En el año 2017, Superpitcher se embarcó en un proyecto suicida: publicar un álbum dividido en doce partes. Un vinilo cada mes, con dos temas entre los diez y los veinte minutos de duración. El resultado, The Golden Ravedays (Kompakt, 2017), es un leviatán excesivo e inabarcable, una cornucopia de música que se extiende hasta las seis horas de duración. Un homenaje a la cultura rave y a todas las músicas que alguna vez han servido de inspiración para el productor alemán.

The Golden Ravedays es el primer disco que publicas en siete años. ¿A qué se debe tanta espera? ¿Hay razones personales, o tiene que ver con otros proyectos en los que has estado envuelto, como Pachanga Boys o King So So? En el periodo transcurrido entre Kilimanjaro y The Golden Ravedays me mudé a París y construí un nuevo estudio, que es donde se han grabado los discos de Pachanga Boys y King So So, así que en parte se debe a razones personales y en parte a otros proyectos. Por otro lado, no creo que sea bueno forzarse a publicar música. En mi caso, sólo produzco cuando me siento creativo, y no soy el tipo de persona que agita el sombrero y saca un puñado de canciones. Necesito tomarme tiempo para estudiar y aprender, buscar inspiración en distintos lugares y utilizarla después para grabar mi propia música.

La segunda pregunta es inevitable. ¿Por qué has decidido publicar un álbum dividido en doce partes? Veinticuatro temas es una cifra ambiciosa, especialmente en el ámbito de la música de baile. Publicar la música a lo largo de un año era la solución más sencilla al dilema que se planteó cuando me di cuenta de que no habría manera de encajar todos los temas en un álbum convencional. Mientras estaba grabando The Golden Ravedays los temas seguían su camino de una manera natural, y resultó que se volvieron más largos de lo habitual. No quería seleccionar sólo unos cuantos temas de todos las que había creado, los veía como un conjunto único. Así que fragmentar la publicación era la mejor opción.

¿Y no es una contradicción publicar un álbum, que en teoría es un trabajo de algún modo conceptual, en entregas mensuales? No necesariamente. Me atraía la idea de crear una cierta anticipación y curiosidad por parte del público, que la historia y la música permanecieran más tiempo en su retina. Escuchaban el disco de un mes y se preguntaban cómo sería el del mes siguiente, o tal vez recuperaban las primeras entregas varios meses más tarde. Me gusta también que la gente haya estado dando vueltas al álbum durante todo un año; hace que el proceso de grabarlo y el cariño con el que se escucha sean más intensos.

Todos los temas oscilan entre los diez y los veinte minutos. ¿No era posible editar algunas de las pistas, en especial aquellas que tienen introducciones o epílogos largos, para llevar el material a un formato más convencional? Por ejemplo un set de cuatro vinilos. Le di muchas vueltas a esta cuestión e intenté editar los temas varias veces para hacerlos más cortos, pero en cada ocasión volvía al material original. Tuve que tomar la difícil decisión de olvidar la viabilidad económica del proyecto y respetar el flujo creativo. Y me alegro de haber tomado esa decisión; es posible que el resultado no agrade a todo el mundo, pero yo siento que he permanecido fiel a mis principios. Ahora mismo estoy trabajando en versiones editadas, para otro álbum que tengo en mente, y me atrae la idea de hacer algo utilizando sólo los epílogos.

Hablando de este tema, ¿cómo te gustaría que la gente escuchara The Golden RavedaysNo quiero prescribir ninguna manera particular de escuchar el disco, y no espero tampoco que la gente lo escuche de una sentada, aunque es algo que recomiendo. Hay muchas formas de disfrutar The Golden Ravedays: puedes aislarte del mundo durante cinco horas, en un sillón confortable, mientras meditas con el disco como única compañía. O puedes organizar una fiesta en casa, sin miedo a que se acabe la buena música. O puedes escuchar una sola pista escogida al azar. El álbum está planeado de una manera cronológica, como un poema, cada capítulo siguiendo al anterior, pero no existe ninguna regla para enfrentarse a él.

Me produce curiosidad el título del álbum. ¿Es un ejercicio de nostalgia? ¿Quizás el reflejo de una crisis de la mediana edad? Ouch, ¿crisis de la mediana edad? No, espero que no tenga nada que ver con la nostalgia o las hormonas derivadas del envejecimiento. Es una oda a las raves y un álbum hecho para este momento concreto, no estoy intentando recuperar una época que ya no volverá. El título supone mi homenaje particular a una música que me ha inspirado durante toda mi vida, y que espero que siga inspirando a futuras generaciones.

Siguiendo con la pregunta anterior, me parece interesante que el primer tema del disco sea Little raver, un tema tan bonito como melancólico. Esa atmósfera desvaída y esa línea vocal repetitiva me hacen pensar en un diálogo ensoñador entre un hombre y su imagen en el espejo, preguntándose dónde habrá ido su juventud. ¿Qué te parece esta idea tan freudiana? Me parece una visión interesante de Little raver. Es posible que en mi subconsciente siga vivo un joven ravero que ha escrito este tema preguntándose dónde habrá ido todo el tiempo perdido, y por qué los periodistas siguen preguntándole por su crisis de la mediana edad. Ahora en serio, es una canción escrita para todos los raveros con independencia de su edad, una canción para ese pequeño ravero que habita dentro de todos nosotros. Una canción dedicada a las personas que anhelan escapar durante unas horas de esa realidad intimidante que les toca vivir todos los días. Una canción para ese momento en el que el pequeño ravero se da cuenta de que la rave está a punto de terminar. Una canción que brinda con todos esos raveros maravillosos que han bailado mi música a lo largo de los años. Es, en fin, una canción de agradecimiento.

Todos los temas son largos e hipnóticos, como pequeños viajes hacia diferentes lugares. ¿Tenías esa idea en mente mientras grababas el disco? No de una manera específica. La verdad es que me vi sorprendido por un período creativo que duró todo un mes. Durante ese tiempo, sentí la necesidad de escribir una canción cada día, y el resultado son esas pistas largas y sinuosas. Pero no había ninguna idea preconcebida acerca de sonidos o intenciones.

Algunos de los temas parecen improvisados en un cierto grado, como si los hubieras tocado en directo. En ese primer mes produje los ritmos y sonidos fundamentales de cada tema, y durante los dos años siguientes fui añadiendo instrumentos, voces y otros arreglos para enriquecer la experiencia sonora. Los arreglos y la mezcla fueron la parte que más tiempo me tuvo ocupado: cometí muchos errores y tuve que volver atrás una y otra vez, pero estoy agradecido, porque eso me ha enseñado mucho acerca de cómo funcionan mi estudio y mi equipo. En ese sentido, este álbum ha sido un gran desafío, pero también una bendición.

Los temas también son muy variados en cuanto a estilo, van desde el house y el techno hasta el dub, pasando por otras formas más oscuras o complejas de electrónica.  Como he dicho antes, no hice ningún plan de antemano. Ahora que el disco está terminado, puedo admitir que de algún modo refleja todos los sonidos y estilos que me han inspirado durante los últimos veinte años. La música africana y el dub siempre han sido mi compañía favorita, pero hay muchos otros estilos que conforman la textura de mi vida, así que no puedo quedarme sólo con una influencia particular.

Algunos de los capítulos parecen seguir una línea muy concreta. Por ejemplo, el segundo volumen tiene un cierto aire a jazz, mientras que el cuarto me recuerda a cosas de kraut rock (hasta puedo escuchar ritmos robados a Can) y el quinto parece inspirado en África. ¿Cómo ordenaste las canciones? No empecé a pensar en el orden hasta que todas las canciones estuvieron terminadas y mezcladas, y luego me limité a comprobar cuáles funcionaban mejor cuando estaban juntas. Se trataba de un puzle en el que, por suerte, terminé encontrando un lugar apropiado para cada pieza.

El sexto volumen me resulta particularmente interesante. Los títulos de las canciones, Protest song y Resistance, parecen reflejar preocupaciones políticas. Escribí Resistance justo después de los atentados de París en 2015. Tuve que encerrarme junto a unos amigos en el sótano de un restaurante que estaba al lado del lugar de los ataques y fue una experiencia muy traumática. Así que la canción es un llamamiento a permanecer en pie y enfrentar todos los demonios que recorren el mundo. Protest song tiene un trasfondo parecido, la letra reflexiona sobre cómo controlamos la manera de pensar de nuestros niños. No nos damos cuenta, pero les estamos lavando la cabeza para que se conviertan en ovejas al servicio de los gobiernos y las religiones.

¿Vas a tocar The Golden Ravedays en directo? Nunca digas nunca, pero no existen planes.

El aire hipnótico de algunas canciones me recuerda mucho a Pachanga Boys. ¿Ha influido este proyecto sobre la manera en la que haces música? Y hablando del tema, ¿para cuándo un   nuevo disco de Pachanga Boys? Pachanga Boys es la mayor influencia que ha recibido mi música en los últimos años, así que es normal que encuentres muchos puntos en común. En cuanto a lo de grabar juntos, ahora mismo estamos concentrados en otros proyectos y además Rebolledo pasa mucho tiempo en Méjico, así que sería una auténtica proeza conseguir ponernos de acuerdo. Pero permanece atento a esta pantalla.

Para terminar, has publicado un EP como Richard Sadface en el sello Studio Barnhus, en el que realizas una curiosa versión de Metallica. ¿Es un nuevo alias, o sólo un capricho puntual? ¡Bien visto! Es un proyecto creado únicamente para ese EP, aunque hay gente que ya me llama Sadface.

 

 

kompakt.fm

Entrevista: Vidal Romero

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