Kevin Morby

A finales de 2016, tras regresar de una gira, Kevin Morby llegó a Los Ángeles y se encontró la ciudad envuelta en llamas, una situación política catastrófica (Donald Trump había ganado las elecciones) y una relación sentimental rota. Circunstancias que estallaron al mismo tiempo, y le hicieron replantearse algunas cuestiones personales y metafísicas. Tres años después, Kevin Morby vuelve con el estupendo “Oh my god” (Dead Oceans, 2019) cerrando el círculo con una colección de canciones sobre las que flota un vago sentimiento religioso. Esa incómoda sensación de que hay alguien ahí arriba, jugando a los dados de manera caprichosa.

 

La respuesta a una necesidad puntual

He leído que la semilla de “Oh my god” está plantada en “Beautiful strangers”, una canción que publicaste en 2016, mientras varios aspectos de la vida y la sociedad se desmoronaban a tu alrededor.

Así es. Era una época en la que cada vez que abría el periódico, cogía el teléfono o veía la televisión me embargaba una mala sensación. Me di cuenta de que decía todo el tiempo esa expresión, “Oh my god”, y la metí en la letra de la canción. A la gente le gustó mucho.

La canción se publicó en un single que estaba dedicado a las víctimas del tiroteo de Orlando. ¿Por qué no la guardaste para un disco futuro?

La canción era la respuesta a una necesidad muy puntual, así que sentí que ese era el modo correcto de publicarla. Tampoco pensé que la idea fuera a desarrollarse del modo en que ha sucedido.

Además, en aquel momento estabas trabajando en otro disco, “City music”, que se publicó en 2017. ¿Llevabas las dos ideas adelante al mismo tiempo?

En realidad estaba mucho más concentrado en “City music”, pero algunas de las canciones de “Oh my god” provienen de esa época. Simplemente, no me había dado cuenta todavía de que había un hilo conductor entre todas ellas.

Un tipo prolífico

Teniendo en cuenta que pasas muchos meses al año de gira, me sorprende que seas tan prolífico. ¿Te encierras para componer, o vas escribiendo canciones poco a poco?

Escribo canciones continuamente, en las habitaciones de hotel, en la furgoneta de la gira, incluso en las pruebas de sonido. Tengo la suerte de que puedo aislarme en cualquier sitio.

Es curioso, porque “Oh my god” parece un disco conceptual: el hecho de que sea doble, la repetición de frases y pensamientos. Incluso la fotografía de la portada, en la que apareces desnudo, parece remar en ese sentido.

Me encanta componer en la cama, es posiblemente mi sitio favorito, así que tal vez tengas razón. Pero en realidad la idea del disco no salió a la primera, fui uniendo las piezas a medida que iba escribiendo las canciones.

Ese concepto tiene que ver de algún modo con la religión, aunque no pareces una persona religiosa.

Crecí cerca de una iglesia, y estoy educado en una familia religiosa, pero me considero más espiritual que otra cosa. No sigo ningún credo.

Kevin Morby, entonces, ¿a qué vienen todas esas imágenes y referencias en las letras del disco?

Me ayudan a contar una historia. Como tú dices, se trata de conceptos muy potentes, que me permiten hablar de muchas cosas de una manera poética.

Otro tema recurrente es el de la situación política. ¿Te preocupa la deriva que estamos tomando, con personajes como Donald Trump al frente?

Es algo que me preocupa bastante, sí. Aunque he intentado que no fuera demasiado evidente, que estuviera oculto detrás de esa idea de la espiritualidad general. Al final, hablar mucho de estos temas, o de personajes como Trump, contribuye a darles un protagonismo que no merecen.

Un disco melancólico

Kevin Morby, el tono del disco es melancólico. Incluso un poco triste. ¿Se debe a la ruptura sentimental que sufriste mientras lo componías?

Es otro tema que está muy presente en el disco, desde luego. Pero también es comprensible, la vida que llevo es difícil de compaginar con una relación convencional. Muchas veces digo que estoy casado con la música.

¿En qué momento decidiste reunir todo el material que tenías y darle ese barniz unitario? ¿Fue en el estudio de grabación?

Grabamos el disco un poco a salto de mata, alquilando estudios cuando teníamos algo de tiempo libre. La idea surgió antes, cuando me di cuenta de que estaba repitiendo los mismos códigos. Primero fue involuntario, y luego lo forcé de modo deliberado.

Canciones con voces propias

Esa manera de grabar el disco, ¿tiene que ver con el sonido espartano que presentan muchas de las canciones? Comparado con tus dos discos anteriores, “Oh my god” es bastante desnudo.

Me interesaba que cada canción tuviera voz propia, con arreglos particulares, pero que no se comieran todo lo demás. Algunas veces he adornado demasiado mis discos y no quería eso en esta ocasión. Quería que la voz y las palabras tuvieran más protagonismo.

Sin embargo, el número de colaboradores es muy alto, incluyendo a gente como Elvis Perkins o Mary Lattimore.

Eso sí tiene que ver con la manera en que se ha grabado el disco. Aprovechaba a la gente que tenía cerca en cada momento, o la que podía acudir.

¿Y cómo piensas trasladar todos esos acentos al directo? Depende. Para las giras pequeñas intento ir con pocos músicos, es algo que le viene bien a las canciones. Cuando toco en festivales la cosa cambia y voy con una banda completa, con guitarras, bajo, batería, teclados y un saxofón. A veces incluso alguien haciendo coros.

www.kevinmorby.com

Entrevista: Vidal Romero
Foto: Barrett Emke

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