The Blaze

Como sucede con muchas historias de éxito, hay algo en The Blaze que suena a cuento de hadas. La banda estaba pensada como un proyecto puntual: Jonathan Alric tenía que realizar un videoclip para su trabajo de final de grado, y necesitaba una banda sonora. Para salir del paso llamó a su primo Guillaume, con cierta experiencia como productor, y entre los dos dieron forma a «Virile», la historia de dos colegas que pasan una noche pinchando discos y fumando porros en un piso cualquiera de un suburbio cualquiera de una ciudad cualquiera.

En la superficie, «Virile» podía parecer una historia banal, poco más que una anécdota. Era la forma en la que esa historia está rodada, con una curiosa sensibilidad y un amor por el detalle que acentúa los gestos más pequeños, lo que convertía algo cotidiano en una pieza cargada de épica. La música que arropaba las imágenes también ayudaba mucho: una magnética pieza de trance pop, embarcada en un sutil subidón continuo, que se pegaba al cerebro como un chicle a la suela del zapato, y que amplificaba el halo de nostalgia que destilaban las imágenes.

«Virile» apareció en las redes en 2017, una época de transformación, en la que mucha gente estaba cambiando sus hábitos a la hora de escuchar y descubrir música: la radio y las revistas perdían protagonismo frente a las redes sociales y plataformas como YouTube, un ecosistema que parecía hecho a medida de propuestas como la de The Blaze, que daban tanta importancia a la música como a lo visual, y cuyos vídeos, justo equilibrio entre lo emocional y lo sensiblero, podían tocar la fibra de muchos oyentes.

Colgado en la red sin demasiadas esperanzas, solo por tener un algo que mostrar a posibles productores, aquel vídeo de The Blaze multiplicó sus visionados de manera exponencial y obligó a los dos primos a grabar un puñado de canciones más. Pocos meses después, tenían delante un montón de propuestas para tocar en festivales de todo el mundo. Y siete años más tarde entregan «Jungle» (Animal63, 2023), un disco más maduro, tanto en lo visual como en lo musical, que busca confirmar su papel como estrellas emergentes.

El trance pop, reluciente y pegadizo de The Blaze

Vuestras dos primeras canciones, «Virile» y «Territory», funcionaban a varios niveles: por un lado estaban las imágenes, historias corrientes sobre la amistad, la familia y la celebración, rodadas de una forma muy emotiva. La música, por otro lado, era una especie de trance pop, reluciente y pegadizo. Y las letras, por último, eran una acumulación de ideas, ‘imágenes’ hechas de palabras, que complementaban lo que sucedía en el vídeo. ¿Creéis que esa falta de pretensiones, esa manera de reflejar la vida cotidiana como una auténtica aventura, es lo que hizo que tantos oyentes conectaran con vosotros y vuestra música?

Como tú has dicho, nuestra mayor fuente de inspiración es la vida cotidiana. Nos gusta situar la música en un entorno reconocible, en los barrios y lugares donde vive la mayoría de la gente, porque así es más fácil conectar con sus emociones. Y sucede lo mismo con la familia y la amistad. Son temas muy poco tratados en el mundo del pop, a pesar de que nuestra humanidad reside ahí, muchas de nuestras emociones tienen que ver con esos temas, y por eso nos parecía interesante explorarlos.

En muchas de vuestras canciones la parte visual es tan importante como la musical, así que esta pregunta es inevitable: ¿Qué llega antes?, ¿a qué dais más importancia a la hora de producir?

No existe una regla fija. A veces tenemos una melodía y buscamos imágenes que puedan reforzarla, y otras veces tenemos una historia en imágenes a la que hay que buscar una banda sonora coherente. Hasta puede suceder que tengamos alguna idea en la cabeza, un concepto del que surge  todo lo demás.

En «Dreamer», por ejemplo, nos interesaba hablar de la crisis migratoria, pero no queríamos hacerlo de una manera obvia, porque ya hay demasiadas imágenes de muertos y naufragios en los periódicos y telediarios. Por eso, decidimos contar la historia de una persona que es feliz en su país de origen, pero que se ve obligado a dejarlo todo en contra de su voluntad. Nos interesaba el lado humano, no el político.

The Blaze y la influencia del ‘french touch’

Sin embargo, se trata de un problema con un trasfondo político muy fuerte.

Lo más sencillo habría sido posicionarse políticamente, y decir que «Dreamer» es un vídeo reivindicativo, pero no queremos entrar en ese territorio, porque no nos interesa particularmente la política. La vemos como una herramienta para dividir a la gente, y a nosotros lo que nos interesa es contar historias humanas. Historias que sean capaces de emocionar.

Vuestro primer disco, «Dancehall», basculaba entre el pop electrónico y el trance. ¿Cuáles eran vuestras referencias cuando lo grabasteis?

Como oyentes, somos personas muy activas. Si vieras nuestras listas de reproducción te sorprendería la variedad de estilos y de artistas que podemos escuchar. Y creo que algo de eso se cuela en la música que hacemos después. Por eso puedes descubrir detalles de reggae o de hip hop en algunas de nuestras canciones. Pero si tengo que escoger, creo que nuestra mayor influencia es la música francesa, sobre todo aquello que se llamó ‘french touch’.

«Nuestra música tienen que servir para hacer que el público se mueva y disfrute»

Después de publicar «Dancehall», os embarcasteis en una gira interminable por festivales que solo se vio interrumpida con la llegada de la pandemia. ¿Cómo ha afectado esa exposición tan grande al directo a la manera en la que hacéis vuestras canciones?

No creo que haya cambiado mucho. Cuando estamos en el estudio nos fijamos mucho en los detalles y en los sonidos, nos gusta probar cosas distintas y sacudir las canciones de arriba abajo. En ese sentido, la pandemia nos vino muy bien, porque pudimos concentrarnos en hacer música sin muchas distracciones. De otro modo, es posible que hoy no estuviéramos hablando de un nuevo disco.

Lo pregunto porque las canciones de «Jungle» son más crudas y directas. Parecen pensadas para el directo más que para escucharlas en casa.

En eso sí que tienes razón. Es inevitable pensar que estas canciones sonarán después en un festival y que tienen que servir para hacer que el público se mueva y disfrute. Y nosotros queremos conseguir que la gente baile unida. Nos parece un sentimiento muy poderoso, pero eso no significa que solo pensemos en el directo. Hay muchos detalles dentro del disco que se pueden descubrir y disfrutar mucho mejor cuando lo escuchas en casa, a solas. Y además, también es posible bailar en casa.

 

«Es importante mantener un mensaje de esperanza a través de la música»

Hay muchas referencias al norte de África, tanto en lo visual como en lo musical. Es algo que sucede con otros proyectos franceses, como Acid Arab, a quienes también hemos entrevistado en OCIMAG, y me preguntaba si es un reflejo de cómo es la sociedad de vuestro país hoy en día.

El título del disco, «Jungle», significa que, aunque estemos en ciudades, vivimos en una auténtica jungla, con sus peligros y sus luchas diarias y constantes. A lo mejor, eso es lo que hace que pienses en música africana, pero no es una elección premeditada. Y de todos modos, esas referencias han existido en la música francesa desde hace muchos años, no creo que se trate de una moda reciente.

Lo que no ha cambiado son los grandes temas que tratáis en las canciones: la amistad, la humanidad, la familia.  ¿Creéis que la música tiene todavía la capacidad de cambiar la sociedad?

No sé si actualmente se puede pensar de una manera tan ambiciosa. La música ha perdido gran parte de su influencia a manos de otros medios como internet, las redes sociales o la televisión. Pero es importante mantener un mensaje de esperanza, porque lo que sí es posible es cambiar las mentes de algunas personas concretas. Y aunque esas personas sean pocas, el esfuerzo merece la pena.

www.theblazeprod.com

Texto: Vidal Romeo
Fotografía: Sarah Makharine

 

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