Cosmo Vitelli

Aunque comenzó su carrera a finales de los noventa, bajo el paraguas protector del french touch, Cosmo Vitelli siempre ha sido un espíritu libre. Un productor que suele introducir en sus canciones guiños al pop, el rock y la psicodelia, y que apuesta mucho antes por la construcción de una buena atmósfera que por dar gusto a la pista de baile.

Es muy posible que esta afición por la heterodoxia le haya alejado del éxito masivo que disfrutan compañeros de generación, pero a cambio le ha permitido desarrollar una carrera mucho más sólida, que brilla de manera especial en los últimos años.

Después de poner en barbecho sus proyectos paralelos, como el sello I’m A Cliché (donde descubrió a gente como Red Axes o Simian Mobile Disco), o el fantástico Edit Service, en el que artistas de todo el mundo reinterpretaban hits olvidados por el tiempo, decidió montar un nuevo estudio en Berlín.

Allí ha dado forma al espléndido “Holiday in Paniktrasse” (Malka Tuti, 2019), un disco divido en dos volúmenes, que desafía géneros, sonidos y modas, y demuestra que todavía le queda mucha carrera por delante.

 

 

Cosmo Vitelli y su pasado indie

Siempre se te ha conocido como productor de música electrónica, pero tus primeros pasos están relacionados con el indie rock, a principios de los noventa. ¿Cómo fueron esos tiempos?

Es cierto, tengo un (modesto) pasado como músico, en el que tocaba la guitarra y el bajo. Formé parte de un par de bandas de “indie pop”, y toqué todos los palos, de una manera que ahora me resultaría embarazosa: lo fi a lo Sebadoh, shoegaze en la onda de Pale Saints o My Bloody Valentine.

También estuve muy obsesionado con Mercury Rev, en la época en que sacaron su primer disco. Pero estar en una banda es duro, tienes que lidiar con un montón de cosas. Tus compañeros de banda, el productor, el ingeniero del estudio en el que grabas tus canciones…

Así que la primera vez que pedí prestado un sampler, un EMAX SE, tuve una revelación: con ese aparato y un cuatro pistas podía grabar mis propias canciones, sin limitaciones de ningún tipo.

 

¿Por qué decidiste dar el salto a la música electrónica?

Ya entonces escuchaba electrónica, aunque prefería las cosas de Rephlex y Warp, artistas como Aphex Twin o Autechre, antes que la música de baile.

Pero fueron las herramientas las que me empujaron hacia el mundo de la producción. Si hacer música con otra gente no fuera como tener un grano en el culo, es posible que todavía tuviera una banda.

 

Tus primeros maxis y discos se publicaron en el sello de Etienne De Crecy, Disques Solid, y en Labels, que a finales de los noventa representaban el núcleo duro del “French Touch”.

Pertenecer a esa generación, ¿fue una ventaja o un inconveniente para tu carrera?

Siempre me he considerado un outsider. Me pasó con la Solid Crew, y luego como parte de Ed Banger. Yo era el tipo raro, el que no conseguía manejar los ingredientes necesarios para tener un buen marketing y alcanzar el éxito.

Y para ser honesto, todavía conservo en parte esa actitud adolescente, que me impide considerar esto como un trabajo o una carrera de algún tipo. Pero volviendo al French Touch, formé parte de aquel ecosistema y me reportó muchas cosas positivas.

Descubrí el mundo de las producciones en estudios grandes gracias a Etienne y a Philippe Zdar. Tuve dinero suficiente para comprar equipo decente y grabar mis discos en buenas condiciones. Por supuesto, hablamos de tiempos muy diferentes, en aquella época te podías ganar la vida sólo con las ventas de discos.

 

El olfato excepcional de Cosmo Vitelli

En 2004 decidiste montar tu propio sello, I’m A Cliché. Aquel momento, con una crisis que acechaba a la industria musical, no parecía el más apropiado para una aventura como esa.

¿Qué te empujó a dar ese paso? ¿Necesitabas una plataforma para publicar tu propia música, o había otros artistas a los que querías ayudar?

Nunca he funcionado de acuerdo a planes de negocio o estrategias comerciales. Monté el sello por el mismo motivo que empecé a pinchar: para compartir música con otras personas.

He aprendido a dirigirlo sobre la marcha, y posiblemente he cometido todos los errores que se podían cometer. Las únicas ideas que tenía al principio pasaban por publicar mi propia música, o la de amigos como Simian Mobile Disco.

Pero no sabía nada acerca de cómo funciona un sello a nivel de trabajo, fabricación o promoción. Intentaba que fuera una experiencia divertida, incluso de un modo amateur.

Lo mejor es que me permitió no tener que llamar a la puerta de otros sellos para publicar mi música. En general, intento no ponerme en una situación en la que mi música pueda ser rechazada.

Y aunque puedo ser un poco esquizofrénico, no lo soy tanto como para rechazar mis propias maquetas.

 

Desde el principio, I’m A Cliché ha sido un lugar en el que descubrir música nueva y atrevida.

Artistas como Simian Mobile Disco, Yuksek, Azari & III, Moscoman o Red Axes dieron sus primeros pasos contigo. ¿Cómo encuentras a esos artistas?

Seguramente se debe a mi mojo. No tengo un ejército de ojeadores dando vueltas por el mundo en busca de música nueva y excitante, y tampoco tengo un oído privilegiado; de hecho, está un poco jodido. Así que al final se trata de utilizar un truco mágico: escuchar las canciones que me envían.

 

El sello está dormido desde hace un par de años. ¿Tienes planes para reactivarlo en un futuro próximo?

En los últimos tres años sólo he publicado algunos edits y un par de mis EPs. Por un lado, necesitaba concentrarme en hacer mi propia música, y por otro lado, dirigir el sello ya no me parece tan divertido como antes.

De todos modos, voy a publicar una recopilación a finales de este mes, un triple vinilo. El trabajo está hecho, y creo que la música tiene mucha calidad. Se llamará “Bongo beats and bankruptcy: the sound of I’m A Cliché”. Es un buen título para una última referencia. Pero ya veremos más adelante.

 

También me gustaba mucho Edit Service, esa serie de edits, realizados por artistas del sello y amigos, que tuviste activo en Soundcloud durante varios años.

Era otra fuente para descubrir canciones raras y nuevos artistas. ¿Por qué pusiste fin a la serie?

Lo fui ralentizando, cada vez más, hasta que me olvidé de subir temas nuevos. Tengo todavía un par guardados por ahí, así que los subiré para que haya cien en el archivo, y entonces pararé del todo. ¿Por qué cien? No tengo ni idea.

 

Sin embargo, el año pasado publicaste una recopilación de edits inéditos, “Special delivery vol. 4”. Para mí, ese disco demuestra el amor que sientes por un formato, el edit, que ha sido determinante para la música de baile desde el principio.

¿Qué es lo que te gusta tanto del formato? ¿La posibilidad de añadir sabores especiados a tus sesiones, descubrir canciones oscuras u olvidadas a una audiencia mayor, el hecho de practicar y aprender nuevas técnicas en el estudio?

Me gusta por muchas razones distintas. La primera es, efectivamente, encontrar joyas desconocidas por el gran público. Es algo muy divertido, y también un poco obsesivo, porque lo interesante es buscar canciones que han sido olvidadas o que nunca tuvieron su oportunidad.

Es un juego, y a la mayoría de los DJs (o al menos, a los buenos DJs) les gusta jugarlo. Hacer bailar a la gente con algo que no conoce, o que no está dentro de las modas del momento, es una sensación muy poderosa.

Por otro lado, está el asunto de la producción. Es muy interesante coger una canción y convertirla en algo diferente: cambiar la velocidad, el género, su función.

Lo mejor es cuando escoges una canción que jamás habrías hecho por tu cuenta, seleccionas partes y fragmentos de ella, y das forma a algo completamente nuevo, a medio camino entre el original y uno de tus propios temas.

Por último, también es relajante trabajar con música que no has hecho tú, porque el resultado se mira de otro modo. No es tan personal o “serio”. Y a veces es refrescante no tener que enfrentar la presión de la hoja en blanco.

 

 

Regreso a la psicodelia

Hablando ya de tu propia música, me sorprendió de manera muy grata tu EP de 2016, “Last train to Marzahn”.

Primero, porque habían pasado más de cinco años desde tu anterior referencia (imagino que estabas concentrado en Bot’Ox, tu proyecto junto a Julien Briffaz).

Pero también porque supuso un salto de calidad muy grande dentro de tu sonido. Seguían existiendo gestos y trucos reconocibles, pero el trabajo alrededor de las atmósferas y las orquestaciones, la libertad de estilo y el uso de la psicodelia eran fantásticos.

Creo que la música es un proceso y que cada disco tiene que ser mejor que el anterior, o por lo menos diferente en algunos aspectos. Como tú has dicho, dediqué todos mis esfuerzos a Bot’Ox durante varios años, y al final tomamos una dirección demasiado popera.

Algo que fue un error, porque nadie nos veía como a una banda, sino como a dos productores, por eso no llegó a cuajar. Además, en ese proceso nos olvidamos de dejarnos llevar por la música.

Nos dedicamos a escribir canciones, con el ojo puesto en las melodías, y dejamos de lado toda esa experimentación, esa dimensión aventurera, que existía en el primer álbum.

Así que cuando me mudé a Berlín y empecé a producir música en solitario de nuevo, asumí que el camino pasaba por aceptar los errores, por salirme del camino, empezar una y otra vez, probar muchas cosas y fallar. Y eso me llevó hasta ese EP, luego al siguiente y así todo el tiempo.

 

Tu siguiente EP tiene un título interesante, “Cosmo Vitelli” (2017). ¿Significa eso que, de algún modo, lo entendías como un nuevo comienzo?

La verdad es que no quería privilegiar a ninguna de las canciones del EP sobre las otras, así que no le puse título. Por otro lado, no creo en los nuevos comienzos.

La carrera de un artista tiene que ser larga y variada, una especie de historia en sí misma.

 

 

En ese EP mezclabas recursos propios de la música de baile e influencias rockeras. Una canción como “The cemetery of unsigned tracks”, por ejemplo, es una suma perfecta de techno, kraut rock y alguna banda sonora perdida de los años setenta.

Utilizar este tipo de sonidos, ¿es un modo de resistencia en un mundo dominado por la EDM y la música de baile comercial?

Estas mezclas ya se producían en algunas de las canciones de Bot’Ox. Como decía antes, tengo un pasado rockero, y aunque llevo veinte años pinchando, nunca he tenido las habilidades puras de un productor de música de baile.

La mayoría de las veces, mis inclinaciones naturales me hacen dejar de lado el minimalismo y la eficacia que son necesarias para hacer buena música de baile.

Me aburro con facilidad cuando tengo que seguir fórmulas que garantizan el éxito en ese entorno. Esto no significa que no me guste la música de baile, de hecho creo que se puede bailar con muchas cosas que no encajan estrictamente dentro de esa etiqueta. Pero últimamente me siento más cómodo cuando hago música que se aleja de la pista.

 

De fiesta por Berlín

Tu último lanzamiento es “Holiday in Paniktrasse”, un disco dividido en dos volúmenes.

Según cuentan desde el sello, la música que contiene es el resultado de tu mudanza a Berlín y de tus experiencias durante los dos primeros años que has pasado allí. Me produce curiosidad el título.

En realidad, no es el resultado de los cinco años que llevo en Berlín, sino de los dos últimos. En particular, desde que me mudé a un estudio en Kreuzberg, que comparto con Kris Baha.

Allí grabé el disco de edtis del que hablamos antes, un EP para Les Disques de la Mort y las dos partes de “Holiday in Paniktrasse”. El título es por supuesto una broma.

La mayoría de la gente piensa que, si te mudas a Berlín, no harás nada aparte de perderte en su vida nocturna. Que es algo que hice al principio. Por suerte, siempre sé cuándo parar, ser productivo es de algún modo vital para mí.

 

¿Por qué decidiste mudarte, después de vivir toda tu vida en París?

Se trata de dos ciudades muy diferentes, y a nivel musical Berlín tiene mucho más que ofrecer. Clubes y fiestas como Sameheads o Cocktail d’Amore, que son de mis favoritas, no podrían existir en París.

El nivel de cultura musical de los DJs es bastante más elevado aquí, y también existe una auténtica escena underground, algo que hace muchos años que desapareció en París. Vivir en este medio ambiente es un desafío constante, como DJ y como productor.

artista Cosmo Vitelli

Sin duda, es uno de los mejores trabajos de tu carrera. Contiene multitud de géneros, casi siempre mezclados dentro de una misma canción: ambient, techno, música de cine, pop, house, kraut rock. ¿Cómo ha sido el proceso de escritura y producción?

Como te dije antes, intento que cada canción que escribo sea diferente de la anterior, y para ello cambio de fuentes de sonido, de instrumentos o de equipo.

Me muevo en función del tipo sonido que utilizo en cada momento, eso es lo que me empuja en una dirección u otra. Quizás por eso, ahora mismo me siento más como un productor que como un compositor, algo que no habría sido posible hace unos años.

Las melodías me preocupan menos que antes. Trabajo sobre todo con texturas y con el modo en el que interactúan, ahí es donde encuentro las cosas que me emocionan.

Pero volviendo a tu pregunta, no suelo pensar en términos de géneros, no intento hacer una canción kraut rock o algo que parezca una banda sonora. Me interesa más buscar sonidos interesantes, intentar estructurarlos y comprobar hasta dónde puedo llegar con ellos.

Sólo me paro cuando estoy aburrido, o cuando no tengo nada más interesante que aportar. Y está bien así, no recuerdo otra época en la que disfrutara tanto haciendo música.

 

Con amigos, mejor

En el disco hay varias colaboraciones: Fantastic Twins, Die Wilde Jagd y la desconocida Tanja Vežić. ¿Qué te atraía de ellos? ¿Pensabas que algunas de tus canciones necesitaban el toque de una voz humana?

Son todos amigos, de hecho no me interesa trabajar con gente por la que no siento aprecio. Y por supuesto, tienen mucho talento, con personalidades muy marcadas y muy diferentes entre sí.

Con Sebastian, de Die Wilde Jagd, es muy sencillo trabajar, es una persona que se siente en el estudio como pez en el agua, aunque no sea un auténtico cantante. Julianne suele grabar por su cuenta y me confía después la tarea de adaptar sus voces a la canción final. Y Tanja, que no había grabado música antes, es una persona muy divertida e intensa.

En cuanto a su presencia en el disco, no había ninguna necesidad de incluir voces, me encanta la música instrumental. Pero a veces está bien abrir la puerta y dejar entrar a un amigo, ajustar tu música a lo que suceda.

Las voces son siempre algo delicado, pueden echar a perder una buena canción con facilidad, pero también pueden llevarla a lugares inesperados.

Es lo que sucedió en “Party old blood”, en la que Tanja improvisó unas voces espeluznantes y comenzó a gritar mientras yo golpeaba la puerta de madera del estudio. En ese momento perdió el control por completo, y eso estuvo muy bien.

 

El disco se ha publicado en dos partes, pero está claro que las canciones conforman un todo.

¿Era un modo de expandir la vida del disco, en un momento en el que la actualidad cambia con una rapidez extrema y la gente pierde la atención con mucha facilidad?

Por una vez, decidí ponerme de parte de los oyentes. Creo que escuchar las ocho canciones seguidas puede hacerse largo y difícil de digerir, y eso no le haría justicia a cada canción por separado.

No quería que la gente escuchara sólo una o dos canciones y se olvidara de las otras,  así que decidimos darles tiempo y espacio. Por otro lado, también pienso que no estamos en una buena época para los álbumes.

Mi formación cultural me hace pensar que es algo triste, pero al mismo tiempo los formatos musicales no han cesado de cambiar a lo largo de los años.

 

¿Estás pensando en llevar al directo este disco, o vas a seguir concentrado en tus sesiones de DJ?

Es algo que estoy pensando, pero para un futuro próximo. Quiero publicar un par de discos más, y así tener suficiente material para un concierto.

Tocaré la guitarra, teclados y el portátil, y llevaré a Jeremy Hickey, que ya estaba en Bot’Ox, tocando la batería. Y no tendrá nada que ver con el mundo de la música de baile. Lo veréis a finales de este año.

cosmovitelli.bandcamp.com

Entrevista: Vidal Romero
Foto: Pierre Wax

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