Aunque siempre había funcionado como un destino turístico para las élites económicas, hasta hace poco tiempo a nadie se le habría ocurrido pensar en Israel como un lugar de peregrinación electrónica. Sin embargo, en los últimos años ha ido desarrollándose un interesante circuito de clubes en la ciudad de Tel Aviv, a cuyo calor han crecido una serie de artistas y productores que trabajan codo con codo, que colaboran y se apoyan entre sí, contribuyendo al crecimiento común de sus proyectos y se esa joven escena. Una escena en la que sobresale un dúo que se hace llamar Red Axes.

“Nos conocimos de niños, gracias a los torneos de tenis de mesa que Niv [Arzi] organizaba en su casa, pero la idea de Red Axes no tomó forma hasta que volvimos de Amsterdam, una ciudad a la habíamos ido como miembros de una banda de formato más pop, Red Cotton, y en la que descubrimos la música electrónica”. El que cuenta todo esto es Dori Sadovnik, cincuenta por ciento de un proyecto que comenzó a tomar su forma actual hace apenas cinco años, pero que en realidad se había estado forjando desde mucho antes. “Por supuesto, existen un montón de aspectos en lo que hacemos que están heredadas de aquella época”, responde Sadovnik, cuando le pregunto por todos esos trazos de post-punk y new wave, de pop clásico y art rock, que se adivinan en el fondo de muchas canciones de Red Axes. “Es la música que nos gusta y con la que hemos crecido. Y todavía nos encanta, así que es normal que salga a la superficie en muchas de nuestras producciones”.

Tel Aviv todavía suena a lugar exótico para muchos europeos. ¿Cómo es la escena en la ciudad? ¿Cómo ha cambiado desde que comenzasteis a hacer música? Es una ciudad estupenda, con un montón de arte, música y cosas interesantes sucediendo a todas horas. De hecho, estamos rodeados de gente con la que colaborar e inventar todo tipo de ideas locas, que es algo que siempre resulta inspirador. En cuanto a la escena electrónica, está definitivamente en alza. Si en el pasado se conocía a Israel básicamente por la escena Goa Trance, en los últimos tiempos han aparecido productores que trabajan más cerca al house o al techno: gente como Moscoman, Autarkic, Xen, Uriah o Yotam Avni.

¿Crees que haber crecido en un lugar tan “aislado” tiene algo que ver con el sonido de vuestro proyecto? Con esa mezcla de ritmos mecánicos y líneas de bajo deslavazadas, con todas esas capas de sonidos extraños en colisión continua y esos detalles étnicos que aparecen aquí y allá. En realidad, esos arreglos que llamas “étnicos” están hechos con un controlador láser que utilizamos mucho y que tiene un sonido parecido a un theremin. Cuando escribimos un tema lo normal es que partamos de algún ritmo sencillo y que luego vayamos desarrollando capas, pero no tenemos ninguna regla fija, puede comenzar todo con un sample, con un riff de guitarra o con cualquier idea extraña que se nos ocurra.

Vuestros temas suenan también muy directos, como si estuvieran tocados o improvisados en el estudio. De hecho, solemos hacer muchas jams en el estudio. Tocamos instrumentos ‘tradicionales’ (en mi caso, bajo y teclados, en el caso de Niv, guitarras y voces) y tenemos muchos amigos músicos que se pasan a vernos y a los que invitamos a las sesiones de grabación. Nos interesa que la música tenga ese sentimiento de ‘directo’ del que hablas, que refleje de algún modo el tipo de sonido que se puede escuchar en nuestras sesiones como DJs o en nuestros conciertos, en los que por cierto suelen acompañarnos Abrao cantando y Yovav en las guitarras.

Y aparte de las guitarras y bajos, ¿qué otras herramientas utilizáis? Porque desde luego sonáis mucho más cerca de lo analógico que de lo digital. Eso es porque utilizamos sobre todo equipo analógico: varios tipos de órganos y sintetizadores antiguos (Juno 106, Groovebox 505), alguna caja de ritmos (Roland TR-808) y muchos pedales de efectos. Y luego lo procesamos todo a través de un delay de cinta (The Watkins) y lo mezclamos con una mesa Boss.

Antes habéis hablado del brasileño Abrao, que es vuestro colaborador más habitual. ¿Cómo os conocisteis? Nos conocemos desde los tiempos de Red Cotton, y forma parte del proyecto desde el principio: participó en la primera canción que grabamos como Red Axes, “Caminho de dreyfus”, y ya en ese momento supimos que estábamos hechos los unos para el otro. Y desde entonces no hemos parado de trabajar: fue el productor de nuestro primer álbum, Ballad of the ice (I’m A Cliché, 2014), y ahora vamos a publicar su primer EP en solitario en nuestro sello.

Sus apariciones suelen coincidir con los momentos más cercanos al formato “tradicional” de canción dentro de vuestra discografía. ¿Tiene esto que ver con la manera en que trabajáis? Lo normal es que le enviemos algún esbozo de canción que hayamos grabado en el estudio y que él nos devuelva una pista con sus voces y algunas ideas para mejorar la producción. Abrao escribe canciones maravillosas y tiene una habilidad natural para cantar, así que siempre nos empuja a trabajar de una forma particular.

Habéis grabado para varios sellos -Correspondant, I’m A Cliché, Hivern-, que tienen algo en común: en vez de fijarse en determinadas escenas geográficas, tienden a buscar productores que provengan de distintas partes del mundo, y que a su vez se acerquen a la música electrónica desde perspectivas atípicas. ¿Es una ventaja pertenecer a esa “familia”? Por supuesto que lo es. Y también algo natural: nos encanta esa manera desprejuiciada que tienen de ver la música, nos encanta la gente que trabaja en ellos, sentimos que de algún modo estamos en casa. I’m A Cliché fue el primero de esos sellos en prestarnos atención cuando les enviamos maquetas, y fue también el primero en publicar nuestra música.

¿Y estar en I’m A Cliché os ayudó a contactar con todos los demás sellos? No, el proceso ha sido siempre el mismo: simplemente les escribimos y les mandamos música.

En los dos últimos años habéis grabado un montón de EPs para todos esos sellos y algunos otros. Y lo interesante es que cada uno de esos EPs parece tener una personalidad propia, que de algún modo encaja en la estética particular de cada sello. ¿Es algo que hacéis de manera premeditada, hacer encajar vuestro estilo con el del sello que os contrata? Nunca hemos pensado en el sello que va a publicar nuestras canciones, porque lo cierto es que se trata de algo que no ha llegado a suceder todavía. Lo que hacemos es enviar a los responsables del sello varias de las canciones que tenemos terminadas y ellos escogen las que les interesan. Y posiblemente por eso puede parecer que se trata de algo hecho “a la carta”: después de todo, cada a&r tiene su propio gusto personal, que se refleja en los discos que publica. Y nosotros tenemos unos gustos muy amplios, lo que nos permiten producir música dentro de un abanico de estilos muy grande.

Para terminar, acabáis de publicar vuestro primer EP en Permanent Vacation, Sun my sweet sun. Las canciones incluyen percusiones brasileñas y caribeñas y algunas de las melodías más extravagantes que habéis grabado hasta la fecha. ¿Qué os inspiró a producir algo así? La verdad es que las tres canciones que incluye el EP se han grabado en épocas distintas, pero de algún modo están conectadas. “Cockroaches” es la más antigua de todas; la grabamos en nuestro anterior estudio, que estaba en mi casa y en el que aparecían muchas cucarachas. Tantas que llegamos a pensar que venían para disfrutar de la fiesta.

 

soundcloud.com/redaxes

Entrevista: Vidal Romero

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