Hablamos con Jeff Griffin acerca de The Black Sky Project, la nueva colaboración de Element creada por su estudio para esta temporada. Griffin Studio lleva dos décadas dedicándose al diseño de moda e innovación, y ha desarrollado proyectos para algunas de las marcas internacionales más notorias. Su objetivo es crear piezas contemporáneas de estilo deportivo mediante una producción de la más alta calidad. Sus prendas combinan funcionalidad y rendimiento en cada detalle, desde la elección del tejido hasta su uso final, ya sea en la ciudad, en la playa o en la montaña. Love Life. Love Griffin.

Tu extensa trayectoria en el mundo del menswear siempre se ha caracterizado por la innovación unida a la tradición artesana británica. ¿Es posible innovar en cada colección?

¡Innovación! Por supuesto. De lo contrario, ¿por qué lo haríamos? ¿Por qué habría nadie interesado en nuestras colecciones si no innovamos? No nos diferenciamos de un futbolista al que se contrata para marcar goles: quiere marcar goles, y yo quiero innovar. Es lo que hacemos. En cuanto a la artesanía, no lo veo como artesanía solo británica. Muchos países son mejores en diferentes cosas, y yo solo trabajo con los mejores: los diseñadores de nuestras tiendas en Londres y Tokio fueron los españoles de El Último Grito, fabricamos nuestras prendas en Italia, compramos nuestras tablas de patín Element… Solo trabajamos con los mejores de cada zona.

El futuro de la creatividad en el streetwear

Con Griffin Studio realizas consultorías para diferentes marcas internacionales. ¿Goza la creatividad en el mundo de la moda de buena salud?

Esta es una pregunta interesante: realizamos consultorías para algunas grandes marcas y siempre empezamos estudiando los ingredientes principales, la historia y lo que hizo de diferente y fresco en el inicio. Esto suena obvio, pero la mayoría de las personas se limitan a continuar con los best sellers y a seguir las tendencias del mercado.

El problema con esto es que todo el mundo lo hace, y por eso cuando vas de compras todo el mundo busca lo mismo. Por ejemplo, una chaqueta técnica o incluso un coche: si quitas las insignias se parecen mucho. Tal vez los dos que más se destacan son Fiat con el 150 o el Mini Cooper, que recuperan de nuevo la herencia de la marca, por supuesto mirando siempre hacia el futuro. ¿Contratarías a un contable para mirar hacia el futuro o para mirar hacia el pasado? Suena loco, pero muchas empresas están dirigidas por contables. Si me preguntas qué es el futuro, diría que la ‘innovación’ no.

En 1994 decidiste fundar tu propia marca para crear un estilo único que uniese moda, estilo de vida y ropa deportiva, y definiste una nueva forma de entender la moda que sigue a día de hoy más vigente que nunca. ¿Cómo has visto la evolución de ese estilo a lo largo de los años?

Bien. Al principio yo diría que todo se trata de evolución, pero leí una entrevista que hice cuando tenía 24 años, y ahora con 49 me parece increíble que nada haya cambiado. Sigo siendo punk rock y sigo manteniendo la misma relación de amor-odio con la moda. Pero cuando eres capaz de mezclar todo, el resultado es increíble.

Los inicios de la colaboración con Element

¿Cómo surge la colaboración con Element?

La colaboración comenzó a raíz de otro proyecto. Necesitaba algunas tablas para hacer muebles para nuestro Eco Retreat Hotel, y resulta que el director creativo de Element posee algunas chaquetas Griffin de hace años, y sugirió que le encantaría hacer una colaboración con nosotros porque admiran mucho nuestros abrigos, así que me preguntó si podría hacer algo con ellos.

Me encantó la idea por muchas razones: conseguí las tablas; Johnny, el fundador, me envió algunas ilustraciones; tuve la oportunidad de conocer a muchos de los riders que respeto… Pero la mejor de todas es que estaba alucinado por lo similares que son nuestras identidades de marca, mezclando ropa deportiva, urbana y de exterior. Luego el equipo vino a Loveland [las oficinas centrales de Griffin, situadas en un valle cercano a la ciudad de Harland, al suroeste de Inglaterra] y eso disparó su imaginación: es un lugar tan creativo que al final se quedaron una semana.

¿Cuál ha sido el mayor reto a la hora de enfocar esta colaboración?

El mayor reto, sin duda, fue coger una prenda de Griffin, que se hace en la mejor fábrica del mundo, y conseguir hacerla a un precio que sea asequible para todos. Un Rolls Royce construido como un Land Rover por el precio de un Fiat.

Ambas marcas compartís la importancia de la tecnología y la funcionalidad en el desarrollo de vuestras colecciones. ¿Cuáles fueron los objetivos a la hora de crear The Black Sky Project?

Lo primero que teníamos que hacer era impactar al equipo de Element, hacerles saltar la valla, pensar diferente, contar la historia… Es como en el skate: si no intentaras nada, no sería un deporte. Seguiríamos viviendo en cuevas. Está claro que no va a ser perfecto la primera vez, y las ideas se toman su tiempo. Tienes que caerte y lastimarte, pero eso es lo que te hace mejor a largo plazo.

¿Cuáles son las piezas clave de Element & Griffin Studio?

Todas y cada una de las piezas son importantes.

Texto: Rosario Muñoz

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