La mirada sobre el espacio público del estudio de arquitectura BIG y la de los colectivos de artistas y paisajistas Topotek1 y Superflex inviaden la ciudad de Copenhague. Un nuevo parque urbano aterriza en uno de los barrios más diversos de la capital danesa y nos sorprende con una estrategia arquitectónica poco habitual. Superliken se convierte en un gran espacio público capaz de gestionar múltiples actitudes y usos.

La primera vez que observas las fotografías aéreas del barrio de Realdania, tiendes a preguntarte con facilidad si Superliken es un fotomontaje, hasta que descubres, conforme te acercas, que se trata de una intervención real. Pronto percibes el uso del espacio mediante la gente de la ciudad repartida sobre los colores del proyecto. Una virtud del paisaje urbano contemporáneo es sin duda la multiplicidad de las culturas que pueden convivir en un mismo lugar. Sin embargo, cada vez es más difícil apropiarse del espacio público, hacerlo más nuestro. Este proyecto reinterpreta el concepto de identidad de un lugar para acercarlo a la gente, a los usuarios, que son, en definitiva, quienes viven el espacio. El equipo propone una estrategia arriesgada para una de las preguntas más repetidas: ¿cómo crear hoy un espacio público para el individuo y la colectividad? El gesto del proyecto es rudo, incluso algo agresivo cuando se observa por primera vez. Sin embargo, cuando consigues entender la estrategia, observas las piezas y, sobre todo, la cantidad de personas que usan el espacio, entiendes que la intervención ha sido un éxito, a pesar de tratarse de una actuación poco ortodoxa. La primera decisión fue dividir el parque urbano situado en Realdania, Copenhague, en tres áreas muy diferenciadas. A cada una le corresponde un color: verde, negro o rojo. Estas tres zonas incluyen una inmensa variedad de superficies y colores integrados en las nuevas morfologías del proyecto, que cuenta con un kilómetro de extensión. Cada tramo posee una atmósfera particular y potencia alguna característica relevante del espacio público según la propuesta. Se trata, pues, de un encaje urbano sumergido en el barrio mediante tres tiempos diferenciados.

Dentro de la aparente heterogeneidad de la primera división, la estrategia global sigue siendo común: dotar a los barrios de la diversidad étnica y cultural por medio de su representación en el espacio público y de la multiplicidad de posibilidades que ofrece el lugar. El proyecto nace de la creencia del espacio público como un espacio integrador y como escenario de múltiples usos. En cada tramo, el diseño incluye mobiliario urbano y elementos naturales de casi sesenta procedencias diferentes, las mismas que poseen los habitantes del barrio. Puedes charlar junto a la fuente marroquí, o sentarte en los bancos brasileños bajo las palmeras chinas, o incluso andar la bici en un muelle multicolor noruego. Algunos objetos aparecen descontextualizados en solitario pero cobran coherencia en el conjunto de la intervención: cada uno es de un lugar y se reencuentra con el resto en el mismo parque. Es algo así como un diálogo de rastros acumulados procedentes de lugares lejanos. Muchas peticiones de los habitantes se traducen en el proyecto construido: nuevos espacios culturales y deportivos, nuevas y mejores conexiones ciclistas, un área multifuncional cubierta -que puede integrar mercadillos efímeros, juegos de pelota, desfiles…-. Se trata definitivamente de intentar aproximarse a la voluntad del usuario y al mayor número posible de acontecimientos en un mismo lugar. Superliken nace de la colaboración del estudio de arquitectura BIG con los paisajistas y artistas de los equipos creativos de Topotek1 y Superflex. De la conjunción de estas disciplinas y de una idea radical surge esta peculiar estrategia urbana.

Texto: Ester Giménez
Fotos: Iwan Baan

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