Sergio Del Puerto es Serial Cut. Su principal cometido en este estudio de diseño consiste en ser director de arte. Hoy por hoy Serial Cut es uno de los mejores estudios de este país. Su equipo de trabajo es cada vez mayor y los proyectos que abarcan son cada vez más potentes e internacionales. Están especializados en diferentes áreas como la fotografía, el diseño, los motion graphics o el diseño 3D. Sus principales clientes pertenecen al mundo de las artes y las industrias de la cultura, la moda o el espectáculo. Su principal concepto es probablemente la absoluta modernidad que denotan sus diferentes proyectos, todos ellos con un resultado fresco y contemporáneo. Acaban de publicar el monográfico Extrabold (Index Book), que resume su obra gráfica en un volumen que se desmarca de los clásicos libros de diseño gracias a sus contenidos extra de los más innovadores. Un auténtico deleite para mentes abiertas. 

¿Quién es Sergio Del Puerto? Soy un chico manchego al que le gusta la paella de su madre, montar en bici, el cine, el olor de los libros nuevos y el Espidifen; que nació en una familia de clase media, en la que no había una descendencia artística ni nada por el estilo, pero en la que supieron ver rápido que era un niño muy inquieto, creativo y rebelde. Mis padres me apoyaron desde el principio y supieron conducirme para explorar mis inquietudes. Creo que la base de mi infancia y lo que aprendí estudiando comunicación audiovisual (y esa vena autodidacta que tengo) dieron lugar a lo que hago ahora.

¿Puedes recordar tus comienzos? Serial Cut es el nombre de batalla con el que empecé a firmar mis trabajos como freelance, cuando ya vivía en Madrid, allá por 1999… En esa época, Serial Cut era un proyecto unipersonal. Los comienzos fueron duros, pero desde casi el primer momento empezaron a dar sus frutos. Trabajé en la revista de ten- dencias Vanidad, de la que llegué a ser director de arte. Aquel fue un buen trampolín para conocer a figuras hoy consagradas de la fotografía, el diseño y la ilustración. Por esas fechas también empecé a colaborar con el periódico El País, para el que hacía una ilustración semanal. Luego pasé a más estudios de diseño y a alguna que otra agencia, pero siempre compaginando mis trabajos de freelance con el de full time. Nunca quise incluir en Serial Cut trabajos que había hecho para otros; siempre tuve claro que todo lo que debía mostrar en mi porfolio tenían que ser proyectos que se me habían encargado directamente; además, llevaba un estilo que cada vez iba perfilando más. Fueron tiempos en los que dormía cuatro horas al día, pero tenía una fuerza increíble que hasta a mí, desde la perspectiva actual, me asusta.

¿Dónde buscas la inspiración? En mi caso, igual que me considero muy autodidacta, la búsqueda de la inspiración es algo muy instintivo, aunque tiene sin duda un apoyo en la vida cotidiana, los viajes o un videojuego. Pero la verdad es que se me han ocurrido grandes ideas en la ducha, mientras estaba montando en bici o simplemente al caminar por la calle pensando en mis cosas. Aparte de esto, siempre he contado con fuentes de inspiración típicas como el cine o la obra de un gran maestro de la pintura. Lo que sí me ha atraído siempre es tomar referencias de mi propia infancia y actualizarlas. Digamos que es un proceso de actualización y sofisticación de algo retro. Básicamente, cada día que pasa en el estudio miramos muy pocas referencias y seguimos nuestro propio estilo, tal vez porque está más definido, pero eso es algo que lleva tiempo y bagaje. En mi libro cito a muchísimos autores que me han servido, de una u otra manera, de inspiración. Es complicado citarlos a todos, pero los más destacados podrían ser Herb Luballin, Mucha, Anish Kapoor, Daniel Gil, Serge Lutens, Guy Bourdin o Lou Dorfsman… Aunque solo son unas cuantas referencias, ¡aquí el espacio es limitado!

Tienes importantísimos clientes de la talla de Microsoft o Nike. Los clientes de ese nivel ¿te dan realmente plena libertad creativa? ¿Qué es más importante para ti: la idea, el diseño o el mensaje que quieres transmitir? La plena libertad creativa me recuerda más esos proyectos en los que te puedes permitir el lujo de experimentar porque tienes más tiempo y porque estás empezando. Los clientes que llaman a nuestra puerta vienen con un brief bastante exhaustivo, dejan pocos cabos sueltos. Eso sí: muchos de ellos vienen con referencias de nuestro propio trabajo y eso nos hace mucha gracia e ilusión. Hay muy buenas ideas que a veces vienen ya impuestas, y nos llaman para hacer la dirección de arte, el último paso para conseguir el mejor resultado.

¿Qué opinas de que actualmente la mayoría de los diseñadores sean multidisciplinares? Creo que hay que tener cierta cautela con esto. Es genial para todos aquellos que lo sean; como ocurre en época de crisis, todo el mundo hace de todo. En mi caso, recuerdo que al principio quería abarcarlo todo: diseñador gráfico y web, ilustrador, fotógrafo, animador y hasta me planteé si debía ser programador. Por la experiencia que tengo en colaborar con profesionales externos, sé que siempre obtengo mejores resultados si cuento con gente especializada en un campo. Es más, en el estudio casi todos hemos hecho de todo, pero a diario cada uno hace mejor una tarea en concreto. Creo que es bueno que al menos el diseñador tenga conocimientos sobre varias disciplinas para entender bien el proceso de aquel con quien colabora.

¿Podrías mencionarnos algún trabajo reciente del que te sientas especialmente orgulloso? Son muchos, y es complicado elegir. Todos tienen una historia detrás, un proceso con un nivel de difi- cultad, un momento de crisis que luego sale adelante. Pero me quedaría con Wet:Night (2005), porque abrió una etapa nueva en la que empezamos a realizar bodegones fotográficos.

¿Qué diseñadores destacarías por su originalidad y calidad? ¿Qué es para ti un diseño moderno? Diseñadores y artistas hay tantos que me cuesta pensar en alguien en concreto, pero entre mis favoritos puedo citar a Igarashi, Herb Lubalin y Daniel Gil. El término moderno intento usarlo lo menos posible, me parece peligroso juzgar algo en ese sentido: ¿cuál es el diseño moderno? No soy quién para opinar sobre ello… Hace poco me preguntaron: “¿Qué se lleva ahora?”. Nunca sé qué responder a ese tipo de preguntas. Se lleva todo y no se lleva nada… Prefiero el concepto “diseño contemporáneo”, porque es de nuestros días, de la actualidad, e implica cierto aire transgresor, una llamada de atención sobre lo establecido.

¿Proyectos actuales? Ahora contamos con una avalancha de proyectos y la verdad es que aún tengo resaca de ExtraBold, así que este proyecto de un año se ha solapado con otros importantes. Estamos haciendo trabajos para Nike USA, Nespresso, Rexona, Cornetto ¡y hasta Fairy!

¿Qué nos puedes contar sobre el libro que acabas de publicar con Index Book, ExtraBold? ExtraBold es el compendio de los mejores trabajos del estudio, desde los comienzos hasta la actualidad. Es una selección de lo mejor de lo mejor, ordenada cronológicamente. El libro tiene atractivos muy especiales: el acceso a figuras virtuales, vídeos comerciales y making of, websites e imágenes zoom a través de la realidad aumentada, que funciona con un app gratuito. Y por último está la sección “Remix”, que cuenta con nuestros nueve diseñadores favoritos, quienes eligieron una obra nuestra para reinterpretarla según su propio estilo.

¿Eres consciente de la repercusión que tienen tu obra y tu estilo en los estudios de diseño actuales de este país? Sí y no. En realidad, a veces veo que la gente conoce mi trabajo pero a la vez pienso que el mundo del diseño es muy pequeño. No es algo a lo que dé demasiada importancia.

¿Quieres añadir algo? Me gustaría simplemente dar un consejo a los que empiezan en este mundo: buenos trabajos llaman a mejores trabajos. No importa que el cliente sea grande o pequeño si resulta que el trabajo no es bueno. Es algo que los diseñadores confunden; en realidad, lo que puede dar más prestigio es la calidad del trabajo, no el tipo de cliente.

www.serialcut.com

Entrevista: Tactelgraphics

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