Seis años después de entregar uno de sus discos más rock, y tras la inevitable sucesión de rumores alrededor de su estado de salud y de su capacidad para seguir trabajando, Jason Pierce vuelve a la actualidad. Y lo hace a lo grande, con un And Nothing Hurt (Bella Union, 2018) que recupera todas las filias que el músico inglés ha cultivado a lo largo de su carrera: mantos de rock ruidoso y caótico, psicodelia repetitiva, drones atmosféricos, nanas mortecinas y canciones construidas alrededor de una sola nota. Todo encapsulado en el interior de un disco de tono crepuscular y nostálgico, que reflexiona con aceptación sobre el paso del tiempo y la soledad que lleva aparejado, y que tal vez sea el último en la historia de Spiritualized. O al menos, con eso amenaza Pierce desde su casa en East London.

Para grabar And Nothing Hurt has montado un estudio en tu casa. ¿Qué te ha llevado a ello?

Sobre todo, las limitaciones financieras. Comencé a grabar como había hecho siempre, pero pronto me di cuenta de que en esta ocasión no dispondría de suficiente dinero para llevar a cabo todo lo que tenía en mi cabeza. Como no quería utilizar estudios baratos ni dejar que las restricciones de tiempo me agobiaran, decidí comprar un ordenador portátil y algo de equipo básico.

Supongo que esas carencias se habrán filtrado de alguna manera en las canciones.

Al principio tenía una sensación de soledad muy grande. Siempre he grabado en lugares donde había ingenieros, productores y muchos músicos a mi alrededor; gente que me arropaba en cada momento. Así que subir las escaleras por las mañanas, con un café en la mano, y enfrentarme a algo tan frío como la pantalla de un ordenador me producía mucha desazón. No atravesaba el mejor momento a nivel anímico, no me sentía con fuerzas para terminar algo tan grande como es la grabación de un disco.

O sea, que la experiencia llegó a resultar frustrante.

Sobre todo cuando me encontraba en callejones sin salida, cuando no sabía cómo resolver determinadas cuestiones. En un estudio hay gente que se preocupa de que todo esté preparado para que te puedas poner a tocar en cuanto llegues, pero en casa tienes que aprender hasta las nociones más sencillas, como dónde es mejor colocar un micrófono o cómo hay que enchufar los cables para que todo suene bien. Al final, se trata de buscar soluciones asequibles a los problemas que te vas encontrando, dedicar energías a trabajos que no tienen que ver directamente con el hecho de escribir canciones. Es un peaje que tienes que pagar si quieres hacer las cosas por tu cuenta.

Imagino que también habría buenos momentos, o no estaríamos hablando ahora mismo.

Por supuesto. Todo ese proceso hace que te relaciones de manera más íntima con el sonido, aprendes mucho sobre ciertas cosas que siempre habías dado por sentado. También me encontré con una libertad desconocida: podía probar cualquier idea que se me ocurriera, sin miedo a equivocarme y sin el peso del dinero sobre mi cabeza. Me pasaba semanas enteras tocando acordes con la guitarra hasta encontrar el sonido que había imaginado, o ajustando niveles y efectos en la mezcla. Lo único que estaba perdiendo era mi propio tiempo.

 

«El disco está hecho a base de retales pegados entre sí, que es como trabajaba Lee “Scratch” Perry»

 

¿Es por eso que citas las producciones de pop de los sesenta, y sobre todo a Lee “Scratch” Perry como influencias a la hora de grabar And Nothing Hurt?

Cuando comencé a hacer el disco tenía en la cabeza los discos de Columbia, cosas como Dion o Del Shannon, con esas producciones que están repletas de instrumentos. Mi idea original era que cada canción debía tener un montón de instrumentos para que sonara mejor y más grande, aunque después he descubierto que esto no siempre funciona. Así que, si quería meter una sección de cuerdas, me dedicaba a buscar en mi colección de discos hasta encontrar alguna que sonara exactamente como la que tenía en la cabeza, y después iba recortando las partes que me interesaban.

El disco está hecho de este modo, a base de retales pegados entre sí, que es la manera en la que trabajaba Lee “Scratch” Perry. Otra referencia que me interesaba era la de Brian Wilson. De algún modo, yo también quería hacer mi propio Smile.

En cualquier caso, And Nothing Hurt no es exactamente el trabajo de un ermitaño. En el disco colaboran dos decenas de músicos, varios de ellos habituales en tus bandas de directo.

Nunca he tenido suficiente confianza en mi manera de tocar, así que necesito rodearme de gente que sea capaz de llevar a cabo las cosas que tengo en mi cabeza. Y nadie mejor que los tipos de la banda, que me conocen a la perfección desde hace un montón de años.

De todos modos, lo he mantenido en una escala pequeña, sin intentar grandes alardes, y eso me ha permitido llamar a músicos con los que quería trabajar hace tiempo, pero que no habrían encajado en un disco “tradicional” de Spiritualized. Es el caso de Dave Richmond, el tipo que grabó Histoire De Melody Nelson con Serge Gainsbourg, que ha tocado el bajo en tres de las canciones. Vive a tres manzanas de mi casa, así que se pasaba a verme de vez en cuando, tomábamos un té y hablábamos de las canciones del disco.

También has utilizado varios estudios de grabación, por lo que en determinados momentos tuviste que salir del encierro.

Hay cosas que no podía hacer de ningún modo en casa: habría sido imposible grabar una batería, por ejemplo, y no sólo porque ocupa un espacio del que no dispongo, sino porque no tengo conocimientos suficientes para hacerlo bien. También las voces y algunos arreglos de viento y de cuerda.

Uno de esos estudios es del de Martin Glover, que está cerca de Granada. Hay fotos tuyas, con él y Antonio Arias, en Discos Bora Bora, una de las tiendas de la ciudad.

¡Me acuerdo muy bien de aquel día! ¿Es tuya esa tienda?

No, pero conozco a los propietarios.

Ah, pues cuando los veas diles que me gusta mucho el negocio que tienen. De todos modos, estuve allí al principio de todo, antes de darme cuenta de que tendría que hacer las cosas por mi cuenta. Es una pena, porque el estudio que tiene Martin en la sierra es un espacio fantástico. Me habría encantado grabar allí el disco. Pero la realidad es que cuando tenía dinero alquilaba un estudio, grababa unas cuantas sesiones y me llevaba ese material a casa para seguir trabajando. Incluso monté algunos conciertos para poder financiar las sesiones.

Imagino que te refieres a los que diste por el veinte aniversario de Ladies And Gentlemen, We Are Floating Into Space, que diste en 2016 y 2017.

La idea inicial era esa, conseguir algo de dinero para terminar el disco, pero cuando dimos la primera tanda de conciertos me di cuenta de que había algo que se estaba perdiendo, precisamente por estar encerrado en casa. Cuando tocas en directo, con toda la banda y la orquesta detrás de ti, recibes una cantidad brutal de energía que te obliga a interpretar las canciones de un modo determinado. Así que decidí grabar de nuevo partes enteras del disco para recuperar esa sensación. En la segunda tanda de conciertos tocamos también algunas canciones del disco, sólo para comprobar cómo funcionaban en directo. Para comprobar que esta vez sí estaba siguiendo el camino apropiado.

 

«Grabar un disco implica que el resultado sea diferente y mejor que en la última ocasión»

 

En algunas entrevistas de aquella época comentaste que el próximo disco de Spiritualized sería el último que grabaras. Ahora que And Nothing Hurt está por fin en la calle, ¿sigues pensando del mismo modo?

No es que quiera dejar de tocar música, pero grabar un disco es algo que cada vez me seduce menos. Necesitas partir siempre de cero, pero con la obligación de que el resultado sea diferente y mejor que en la última ocasión. Y al mismo tiempo sabes que lo más estúpido que puedes hacer con tu vida es intentar una y otra vez la misma cosa, esperando que el resultado sea distinto. Por otro lado, el álbum es un formato que ya no funciona, ha cambiado la manera en la que escuchamos música. Así que pensar en seguir metido dentro de la rueda de grabar un álbum para después salir de gira es algo que me pone enfermo. Se puede trabajar con otros formatos, publicar canciones sueltas o tal vez un EP.

Pero hacer discos y salir de gira es tu trabajo.

Muchos de mis amigos creen que en cuanto salga de gira otra vez y me dé cuenta de cómo suenan esas canciones en directo, querré volver a intentarlo. Así que quién sabe, tal vez esté condenado a estar dentro de esa rueda para siempre. Pero también hay que tener en cuenta que, a medida que envejeces, tus discos se van haciendo peores. Es lo que sucede con el rock’n’roll, y yo no quiero ser tan arrogante como para pensar que estoy por encima de esa realidad.

Muchas de las letras del disco hablan sobre el paso del tiempo y la necesidad de aceptarlo.

Es inevitable. El paso del tiempo me afecta, y si quiero hacer un disco a mi edad tengo que asumir esa realidad; no puedo pretender que tengo todavía veinte años y que nada ha cambiado. Y tampoco puedo utilizar ese lenguaje tan propio del rock, toda esa arrogancia y estupidez que manejas cuando eres joven. La realidad es que mi pasado es confuso, está repleto de líneas perdidas, y ese tipo de cosas tienen que reflejarse en las canciones que hago, aunque a veces el tono pueda resultar triste. Aunque es cierto que no me arrepiento de nada, y que este disco es de algún modo optimista.

The Morning After, la canción más rock del disco

 

Una excepción a ese tono confesional es The Morning After, la canción más abiertamente rock del disco. La protagonista se llama Jane, un nombre que ya has utilizado en otras ocasiones. ¿Es una especie de broma privada?

Es exactamente eso, una especie de broma acerca del rock’n’roll y sus leyendas, de todos esos tópicos que se repiten desde hace más de cincuenta años. La gente del sello me preguntó lo mismo cuando les puse el disco por primera vez.

Tus últimos conciertos tenían un montaje espectacular, con coros y orquesta. ¿Estás preparando algo parecido para la nueva gira?

Contratar a una orquesta es demasiado caro, produce muchos dolores de cabeza y además limita mucho los espacios donde podemos actuar. Y en esta ocasión quiero tocar las canciones de manera más sencilla posible. El disco está escrito pensando en una banda pequeña y una producción manejable, y espero que así sea.

www.spiritualized.com

Entrevista: Vidal Romero
Foto: Juliette Larthe

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