Tras cinco años de silencio discográfico, en los que ha dado aliento a varios proyectos paralelos, el colectivo tinerfeño que encabeza Mladen Kurajica vuelve a destapar su particular tarro de las esencias, y entrega su disco más crudo y ruidoso. Gamma Bay (Foehn, 2018) es una inmersión en el noise-rock y el shoegaze de los noventa; un intenso viaje hacia rincones oscuros, en los que gobierna un sonido denso y viscoso, repleto de distorsiones y de repeticiones que parecen conformar una geometría secreta. Un sonido que atrapa al oyente como una telaraña y lo sacude sin descanso hasta dejarlo exangüe, sin fuerzas, pero curiosamente feliz.

Han pasado cinco años desde Sunriser (2013), vuestro disco anterior. ¿A qué se debe una espera tan larga? Tras publicar Sunriser estuvimos dos años de gira, machacando el set que habíamos preparado. Después, nuestra batería Carol fue madre, y yo tuve algunos problemas de salud, así que estuvimos casi un año sin hacer mucho ruido. Y aunque habíamos pensado y trabajado en el temario nuevo durante todo ese tiempo, no fue hasta finales del 2015, cuando volvimos de nuestra segunda gira por Japón, que nos pusimos a trabajar en el nuevo disco de una manera seria, todos los días, día y noche. También hay que decir que el disco estaba prácticamente listo hace más de un año, pero debido a cuestiones de agenda, tanto a la hora de rematar las mezclas con Raúl Pérez (de La Mina, Sevilla) como por la propia agenda del sello, su materialización se ha alargado bastante. Por último, en este tiempo han surgido otros proyectos paralelos que necesitaban también tiempo y dedicación, como la publicación del último álbum de Tupperwear, Mokele Mbembe, la propia organización del festival Keroxen, un nuevo disco de GAF & The Love Supreme Arkestra (que está grabado pero no mezclado), o diversos trabajos sobre el que será el segundo disco de mi proyecto en solitario, afg-an, que llegará diez años después de mi debut en Antenna Records.

Por otro lado, veo que la grabación de Gamma bay se ha alargado casi dos años. ¿Se ha debido a que no encontrabais un tono (o un sonido) apropiado para el disco? ¿Tal vez al miedo a repetiros? Más bien se trataba de un rechazo consciente a la idea de repetir texturas y fórmulas utilizadas con anterioridad. Queremos que cada disco suene distinto a lo que ya hemos hecho y a cualquier posible referencia externa; algo que a veces sucede, pero que inmediatamente modificamos, retorcemos o desechamos. Intentamos que el sonido sea personal, siempre distinto y actualizado; que sea como la vibración de un conjunto de entes, nosotros mismos, en un espacio y tiempo muy concreto, que es el de ahora y no el de hace cinco años. Y eso conlleva una dosis necesaria de reflexión, desapego, experimentación y su correspondiente tiempo de asimilación. En el caso de Gamma Bay tardamos algo más de lo habitual, porque el ente que buscábamos estaba más escondido y oscuro.

¿Han existido cambios dentro del colectivo en todo este tiempo? En cuanto a la formación, seguimos siendo las mismas seis personas que grabaron Sunriser. Pero sí ha existido un cambio importante en cuanto a la instrumentación. Carol se ha hecho cargo de todas las voces, además de la batería; ya no los usamos samples para construir los ritmos y yo estoy más centrado en la guitarra. También hemos eliminado la trompeta. Todo esto se traduce en un sonido más directo, guitarrero y sucio. Algo que también nos ha obligado a levantarnos de las sillas y tocar de pie.

También parece haber un cambio en cuanto a la composición de las canciones. En los discos anteriores flotaba la sensación de que existían partes improvisadas; sin embargo, en Gamma bay todo parece muy medido y pensado. La improvisación ha jugado un papel fundamental en la concepción de todos los discos de GAF, pero esta vez queríamos tener un control total sobre todo lo que pasaba a la hora de tocar, tanto al nivel de las estructuras como del propio sonido. Es otra de las cosas que ha cambiado: los temas se compusieron en casa, grabamos maquetas y después intentamos que sonaran tal cual en el local. Todo tenía que estar en su sitio; si por alguna razón la canción no transmitía emoción o no era posible llevarla a cabo por motivos técnicos, la desechábamos y pasábamos página. Trabajando así hemos descartado unos veinte temas por el camino. Pero también hemos dejado una pieza completamente improvisada, Firewater II, porque no queríamos que el azar desapareciese por completo.

Vuestros discos han trazado una especie de arco narrativo que arrancaba con la psicodelia fronteriza de los setenta y el jazz cósmico de los sesenta, para luego ir acercándose a la kosmische y el space rock. Dentro de esa línea Gamma bay supone vuestro disco más noventero, con canciones que recuerdan al shoegaze y al noise pop. La influencia del shoegaze y el noise pop siempre ha estado ahí, pero en Gamma Bay queríamos explotar la voz de Carol, cuya textura y forma de cantar recuerda a algunas bandas de los noventa. Esa voz, al natural o mediante samples modificados, ha sido el punto de partida y el centro de gravedad de casi todas las composiciones del disco, así que esas influencias se han hecho mucho más visibles.

Se trata también de vuestro disco más crudo y directo. ¿Es el resultado de que estas canciones se hayan rodado en directo antes de entrar en el estudio? Es un disco de directo y así es como fue concebido. Después de los dos discos anteriores teníamos muchas ganas de tocar otra vez de pie, de sudar y meter mucha presión sonora. Creo que nos ha salido una criatura bastante salvaje.

La portada me llama mucho la atención. Teniendo en cuenta que sois una banda que da mucha importancia a los aspectos visuales, ¿qué puedes contarme sobre ella? La portada es obra de Felipe, antiguo batería y miembro GAF en el exilio. Buscábamos algo que sirviera de contraste con el sonido oscuro del disco, pero que al mismo tiempo fuera personal y outsider. Nos enseñó un par de dibujos, y en cuanto vimos éste supimos que era el que necesitábamos. Es brutal a nivel estético, y además encaja muy bien con el imaginario conceptual del disco y el propio título, Gamma Bay.

Vuestros lazos con el festival Keroxen se han reforzado mediante la creación de un sello discográfico. ¿Cuál es la filosofía detrás de ese sello? El sello nació por la necesidad de dar cabida a todos esos proyectos minoritarios, sobre todo de Tenerife, que tienen un sonido muy personal, avanzado y de gran calidad, pero que encuentran muchas dificultades y obstáculos a la hora de encontrar proyección, tanto a nivel insular como exterior. Queremos darles visibilidad, pero también motivos para que sigan creando y creyendo en lo que hacen. De momento tenemos siete referencias y hay tres más previstas para este año.

La mayoría de los discos son de artistas canarios, aunque hay alguno, como el de Za!, que escapa a esta condición. ¿Sigue existiendo en las islas esa sensación de estar en una periferia absoluta respecto a lo que sucede en el resto de España? Za! no son canarios, pero son los Shellac de Keroxen. Han estado con nosotros siete u ocho veces, así que son como uno más de la familia. En cuanto a esa sensación de estar en la periferia, es una realidad y hay que aceptarlo sin más. Hace falta seguir trabajando, produciendo y creyendo en lo que hacemos. Luego ya se verá.

¿Habrá gira para presentar el disco? Estamos trabajando y perfilando lo que va a ser nuestro nuevo set en directo, que incluirá algunos temas nuevos. Tenemos algunas fechas sueltas en Canarias, pero la presentación oficial se hará después del verano, el 5 de octubre en el Teatro Leal de Tenerife. También habrá un par de fechas en la península este año, pero todavía están por determinar y confirmar.

gafcanaryislands.bandcamp.com

www.foehnrecords.com

Entrevista Vidal Romero

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