A principios de los noventa, cuando se produjo la explosión de shoegaze, Slowdive ocupaba una posición secundaria. Una circunstancia que se debía en parte a la radical falta de éxito que sufrió durante toda su (corta) carrera, y en parte a su propio carácter introvertido, que mantuvo a la banda lejos de los fuegos de artificio y los castillos de electricidad estática que eran norma dentro del género. El quinteto inglés, a lo suyo, prefería concentrarse en escribir canciones hermosas y delicadas, a las que después cubría con un tembloroso velo de ruido y reverberaciones. Una fórmula que se repite y actualiza en Slowdive (Dead Oceans, 2017), un disco de título homónimo, que quiere significar un nuevo comienzo, y que llega veintidós años después de su último lanzamiento.

Es precisamente esa aura de introversión y delicadeza la que ha motivado que el prestigio de la banda se haya ido incrementando con el paso de los años, elevando a mitológicos los tres discos que publicaron en aquella primera época: Just For A Day (1991), Souvlaki (1993) y Pygamalion (1995). Tres discos en los que, más allá de la legañosa neblina de efectos que envolvía a las canciones, y de los pasajes ambientales que aparecían aquí y allá, se podía detectar también un profundo amor por el folk inglés y la psicodelia rural. Una querencia, por cierto, que también les alejaba de otros compañeros de generación como Chapterhouse o Ride, que miraban respectivamente hacia el pop sixties y el rock guitarrero a lo Neil Young, que ha seguido presente en los distintos proyectos que han protagonizado más tarde los miembros de la banda (sobre todo Neil Halstead y Rachel Goswell, responsables también de Mojave 3), y que vuelve a brillar con fuerza en este disco de regreso.

Un regreso que se ha hecho de rogar. Y es que, mientras otras bandas de los ochenta y de los noventa, como Pixies, Ride o My Bloody Valentine, llevan ya varios años recorriendo ese camino, con multitud de giras y algún disco a sus espaldas, los miembros Slowdive no parecían demostrar ningún interés por echar la vista atrás. Desde algún lugar en las Midlands inglesas, el batería Simon Scott explica el por qué. La verdad es que estábamos demasiado ocupados como para plantear siquiera la idea de una reunión. Todos teníamos nuestros proyectos paralelos, que funcionaban razonablemente bien, y todos somos también padres de niños pequeños, con cinco o seis años, que son edades en las que resulta complicado pensar en giras largas o en aventuras más propias de adolescentes. Algo que es importante sobre todo para Rachel, que tiene un hijo con necesidades especiales. Pero aparte de todo esto, no terminábamos de creer que el público nos echara tanto de menos. Nunca se nos habría ocurrido compararnos con bandas como las que dices: de hecho, My Bloody Valentine era una de nuestras mayores influencias.

¿Cuál fue, entonces, la chispa que provocó que todo cambiara? A finales de 2013 Neil iba a tocar uno de sus conciertos en solitario, en Londres, y Rachel decidió viajar para verlo, tal vez incluso subirse al escenario para acompañarle en alguna de las canciones. El concierto lo organizaba el dueño de Sonic Cathedral, Nathaniel Cramp, que siempre ha sido un gran seguidor de Slowdive, así que intentó convencerlos para que incluyeran alguna de las viejas canciones de la banda en el repertorio. Lo consiguió, pero el resultado no convenció a Neil y a Rachel, que llegaron a la conclusión de que las canciones de Slowdive no estaban hechas para sonar en acústico, que sólo podían funcionar en un formato eléctrico, con toda la banda a pleno pulmón. Así que pensó que tal vez sería una buena idea volver a juntarse en algún momento. Y sucedió que un par de meses más tarde el Primavera Sound nos hizo una oferta muy buena por un par de conciertos. Era un buen momento, todos teníamos tiempo libre, todos teníamos ganas y decidimos aceptar el reto.

¿Ya entonces pensabais grabar un disco con material nuevo? La verdad es que no. Nuestra intención original tenía más que ver con un acto de nostalgia, un homenaje a los viejos tiempos: juntarnos durante un par de meses, tocar tres o cuatro conciertos y volver a desaparecer. Pero después de varios ensayos y de haber tocado en directo un par de veces, nos dimos cuenta de que seguíamos conectando entre nosotros de una manera parecida a la que recordábamos, y la idea del disco comenzó a flotar en el ambiente. Ten en cuenta que, a diferencia de lo que sucede con otras bandas, nunca han existido disputas entre nosotros. Siempre hemos mantenido el contacto y hemos disfrutado de nuestra amistad, así que no existía ninguna barrera que romper a la hora de reunirnos.

A pesar de esa voluntad, habéis tardado más de dos años en entrar al estudio. Te aseguro que nuestra intención era grabar mucho antes. De hecho, ya en los primeros ensayos, a principios de 2014, estuvimos intentando escribir alguna canción nueva con la que sorprender al público. Pero los primeros conciertos de reunión tuvieron tanto éxito que comenzó a montarse una gira a su alrededor: primero veinte conciertos, luego treinta, más tarde cincuenta, y nos pareció importante no dejar pasar esa oportunidad. Y me alegro de que fuera así, porque hemos llegado al estudio mucho más engrasados y compenetrados como banda.

¿Es esa la razón por la que las canciones de Slowdive suenan en general tan pop? A mí me parece que tiene bastante más que ver con Souvlaki que con Pygmalion, que era un disco mucho más abstracto y aventurero. Tienes razón, somos los primeros que nos hemos sorprendido con el rumbo que ha tomado el disco, y tenemos claro que para el próximo nos gustaría tirar por caminos más experimentales, incluso más arriesgados que los que ya trazamos en Pygmalion. De hecho, hay un par de canciones en el disco en las que ya se intuyen esas intenciones: en la primera, «Slomo», hay mucha tecnología y post producción, por eso suena tan expansiva y ambiental. Y la última, «Falling ashes», que hemos escrito Neil y yo a medias, también da un mayor protagonismo a las texturas. Pero bueno, en esta ocasión veníamos de tocar mucho en directo, de improvisar en el local de ensayo, y nos apetecía plasmar esa energía en la grabación. Además, Neil es un escritor de canciones con mucho talento, y traía bajo el brazo muchas melodías que nos apetecía dejar a la vista.

Si las canciones están escritas por Neil, ¿cuál es el papel de la banda? Dos de las canciones, Slomo y Go get it, surgieron de los ensayos, a partir de improvisaciones en las que tocaba toda la banda. Pero en general Neil llegaba al estudio con las canciones muy terminadas, bocetos que utilizábamos como punto de partida para probar cosas y dar vueltas, muchas vueltas. Tenemos mucha confianza en las capacidades de Neil, sobre todo en las letras que escribe, que abren una ventana al mundo y nos empujan hacia fuera. Pero también somos una banda muy democrática, hablamos mucho durante todo el proceso, y si alguna canción no nos convence a todos, si alguno de nosotros cree que la estamos llevando por mal camino, intentamos darle la vuelta y cambiarla o incluso la dejamos de lado. Es algo que ya sucedía en la primera época de la banda, y por eso hay tantas maquetas desechadas.

Imagino que te refieres a todas esas canciones que circulan por Soulseek y Youtube. ¿No habéis pensado nunca en recuperarlas? No, porque no tendría sentido. Grabamos muchísimas canciones en los noventa, y recuerdo que algunas de ellas eran muy buenas, pero si empezábamos a discutir acerca de ellas, simplemente las dejábamos reposar y se quedaban en el olvido. Así que publicarlas resultaría extraño, porque se trata de canciones que no llegamos a finalizar o que no nos gustaban por alguna razón. De hecho, una cosa que nos preguntamos a menudo acerca de esta cuestión es cómo habrán llegado esas canciones ahí fuera, porque se trata de maquetas de trabajo, que sólo teníamos nosotros cinco, y ninguno reconoce haber grabado más copias (risas). En fin, me parece bien que estén en Youtube, porque así las pueden disfrutar los fans que estén interesados, pero no creo que aporten nada a la discografía de Slowdive.

Para terminar, siempre me han gustado tus discos en solitario, pero últimamente sólo has publicado grabaciones en directo. ¿Qué tienes ahora entre manos? Estoy escribiendo algunas cosas, programando, tocando la guitarra, tratando de buscar alguna idea desde la que desarrollar un nuevo disco, aunque la verdad es que Slowdive ocupa casi todo mi tiempo y eso me hace feliz. Pero esto no significa que hayamos dejado de lado nuestros proyectos propios. Sé que Neil está componiendo canciones para un disco nuevo en solitario, Rachel tiene un proyecto muy interesante con Stuart Braithwaite, Minor Victories, que debutó el año pasado, y Chris (Savill) acaba de publicar un disco fantástico con su otra banda, Monster Movie. Así que parece que tienes razón y sólo quedo yo (risas). Tendré que ponerme las pilas.

 

 

www.slowdiveofficial.com

Entrevista: Vidal Romero

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