En sólo diez años de carrera, el alemán Nils Frahm ha dado un salto de gigante. Comenzó como un hábil pianista, con talento para la improvisación y un lenguaje cercano al minimalismo más accesible, y se ha convertido en una de las figuras centrales de la escena neoclásica. Un músico con una sensibilidad especial para mezclar pianos clásicos, sintetizadores y ordenadores en canciones de naturaleza atemporal y mucha capacidad evocativa. Un crecimiento en el que tienen mucho que ver dos factores: su labor al frente de Durton, un estudio de grabación y masterización por el que han pasado muchas de las jóvenes luminarias del género, y su capacidad para girar sin descanso por todo el mundo, alternando festivales y clubes de techno con teatros líricos. Experiencias que explotan en All Melody (Erased Tapes, 2018), un disco de belleza sobrenatural y hechuras gigantescas.

Aunque has publicado algunas bandas sonoras y proyectos sueltos, All Melody se puede considerar como tu primer disco en cinco años. Parte de este tiempo lo has empleado en construir un nuevo estudio de grabación. ¿Cómo ha afectado eso a la producción del disco? He tenido que hacer un montón de trabajos de construcción y de papeleo. El estudio está en un edificio histórico, así que la burocracia ha sido muy complicada, con varios técnicos implicados. Además, ha sido necesario desarrollar un concepto global, trabajar con carpinteros y artesanos de todo tipo y abusar mucho de los amigos. Incluso la mesa de control que tengo ahora está fabricada a medida… Pero todo esto es un poco aburrido, ¿no?

Bueno, trabajo como arquitecto, así que estas cosas suelen interesarme. Pero en realidad me refería a cómo ha afectado el nuevo estudio a la grabación del disco. La razón principal por la que me metí en todo este lío es que necesitaba más espacio para practicar y grabar. El estudio que tenía antes era pequeño, así que utilizar algunos instrumentos podía convertirse en un auténtico rompecabezas. Ahora, sin embargo, puedo distribuir todos mis teclados y mis máquinas con mucha libertad, y eso me permite trabajar con más rapidez e investigar cosas que antes no podía.

He visto fotos del espacio y la verdad es que resulta impresionante: la escala de los techos, las molduras y decoraciones de madera. Imagino que debe ser bastante inspirador a la hora de tocar. Construirlo fue una pesadilla, pero una vez terminado es como estar en la gloria, como cabalgar en libertad por una pradera inmensa (risas). Además, al haberme implicado de una manera tan profunda en el proceso y haber colocado yo mismo muchos de los elementos, hay ciertas resonancias y timbres que me resultan familiares de un modo extraño.

Tengo entendido que incluso tuviste que dejar de tocar durante un tiempo para poder concentrarte en terminar la obra. El proceso completo ha durado dos años, pero los últimos seis meses estuve completamente concentrado en la construcción y el montaje. Fue una época interesante: me di cuenta de que llevaba varios años sin parar de tocar y de viajar y que de algún modo había perdido perspectiva sobre mi propia música. Así que estar todo ese tiempo sin poder tocar y casi sin escuchar música ha sido bastante refrescante.

¿Las canciones de All Melody son entonces fruto de esa nueva libertad, tanto a nivel personal como a nivel de equipamiento? Hay un par de composiciones que tenía escritas desde hace tiempo, pero en general está todo compuesto y grabado en el estudio nuevo, aprovechando las posibilidades que he descubierto a medida que lo utilizaba. Al tener tanto espacio disponible era posible montar cualquier cosa que se me ocurriera, y eso me ha inspirado nuevas formas de tocar y de grabar.

Entonces, ¿no existe ningún tipo de idea previa en el disco? ¿Es todo el resultado de enfrentarte al estudio como a un mundo desconocido? Esa es una imagen que me gusta, y que de algún modo refleja lo que es All Melody. No existe un concepto porque no estaba intentando expresar ninguna emoción o persiguiendo algún tipo de meta. Lo que me interesaba era producir un disco en el que no existieran restricciones de ningún tipo. Poner todos los instrumentos en la habitación, improvisar, empezar a tocar desde la nada, probar mis límites y comprobar qué sucedía. La única constante consistía en estar abierto a todo lo que pudiera ocurrir y aprender por el camino.

En All Melody colaboran muchos músicos, algo poco habitual en tu discografía anterior, donde abundan las grabaciones en solitario. ¿Sentías que en esta ocasión tenías que entregar al público un disco más elaborado? Tiene más que ver con las sensaciones que tenía mientras escribía las canciones y las dudas que sentía en determinados momentos. Me gusta estar con gente en el estudio, así que solía invitar a mis amigos a que lo vieran y les ponía las cosas en las que estaba trabajando. Pero no pensé en ninguno de ellos para piezas o partes concretas. No quería trabajar como un director de orquesta, dando órdenes precisas, así que no escribí ningún tipo de arreglos o indicaciones. Todos podían tocar con entera libertad, y esa nueva mirada que aportaban en muchos casos me ha ayudado a cambiar el enfoque o la atmósfera de ciertas canciones.

Es también un disco de sonido más expansivo que el anterior, Spaces (2013). Es curioso, porque desde mi punto de vista se trata de un disco muy tranquilo y calmado, un disco melancólico y con mucha dinámica. No quería repetirme, porque me parece que es muy aburrido, tanto para el público como para mí mismo. Así que necesitaba buscar nuevas maneras de hacer música, en lugar de pensar sobre si tengo un estilo determinado y cómo podría aprovecharlo mejor. En el fondo, se trata de sentir que estoy vivo.

Me refería a las cualidades espaciales que transmite. Cuando publicaste Spaces me contaste que habías tomado la decisión de grabarlo en directo porque muchas de tus piezas funcionaban en concierto, pero no en el estudio. Esta vez, sin embargo, parece que has convertido el estudio en un gran escenario. Que has grabado como si estuvieras tocando para una audiencia. No tengo esa sensación. De hecho, no he pensado en el público ni en cómo puede funcionar este material en directo, se trata de un disco para escuchar en casa, más íntimo que expansivo. Pero sí es cierto que he organizado el espacio de un modo parecido al que utilizo cuando estoy en el escenario, y eso es una liberación. En el estudio antiguo tenía que grabar por partes, un instrumento detrás de otro. Ahora, esas restricciones han desaparecido, y es posible que una parte de esa energía se reconozca de algún modo en lo que suena. También te digo que el disco podría ser mucho más grande y espectacular, pero he intentado de una manera consciente que no se me escapara de las manos, no quería una cosa que no pudiera controlar.

Imagino que, con el esfuerzo que ha supuesto construir el estudio y lo pendientes que están los medios de todo lo que haces, habrás sentido bastante presión a la hora de grabar All MelodySiempre trabajo bajo presión. Es importante sentirla para llegar a soluciones interesantes. Y si no viene del exterior, me la fabrico yo mismo, es la mejor manera de mantener la intensidad (risas).

Es curioso, porque All Melody me parece un disco pausado y tranquilo. No transmite ningún tipo de presión, sino mucha calma. En los últimos años no había parado de girar, pero para construir el estudio y grabar el disco decidí tomarme un respiro. Como te he contado antes es algo que me ha venido muy bien, porque me ha permitido pasar más tiempo con mi familia y mis amigos, y alternar los momentos de trabajo con otros de diversión. Es muy posible que el tono del disco tenga algo que ver con ese momento vital, que sea tan pausado precisamente por esa razón.

Para terminar, ¿cómo serán los conciertos de la nueva gira? ¿Vas a construir una banda para poder tocar en directo los temas del disco, o realizarás nuevas versiones? Los conciertos serán en solitario, sin invitados, y consistirán en versiones diferentes de las canciones del disco mezcladas con viejos temas favoritos. Siempre me ha gustado dejar que las canciones crezcan y vayan cambiando de forma. Que me acompañen y sean un reflejo de cómo me siento en cada momento de la vida.

www.nilsfrahm.com

Entrevista: Vidal Romero
Foto: Alexander Schneider

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