Con un estilo marcadamente reconocido y una producción multidisciplinar que traspasa fronteras, OKUDA San Miguel es uno de los artistas más internacionales de la escena del arte contemporáneo de nuestro país. Desde sus comienzos en el grafitti hasta su status actual como referente del urban art que llega a las galerías, OKUDA ha ido labrándose una reputación de creativo incasable, siempre en movimiento en busca de nuevos proyectos con los que retarse a sí mismo. Mientras se encuentra en París trabajando en un mural y preparando una exposición individual, contactamos con él para hablar de su trayectoria y profundizar algo más en su obra.

 

A finales de los noventa, tus piezas de grafiti, a las que ibas incorporando cada vez más elementos, ya desvelaban una inquietud más allá de las letras y del wild style. ¿Consideras que el grafiti fue el primer vehículo de expresión que te ayudó a canalizar tu energía creativa? El grafiti para mí ha sido un puente hacia mi identidad personal como artista, y hacia el total entendimiento de que la creación es el sentido de mi vida.

Desde aquellos comienzos pintando en muros y fábricas abandonadas hasta hoy, con una extensa obra dispersa en todo el mundo, has pasado de ser un estudiante que pintaba grafiti a ser un artista multidisciplinar reconocido internacionalmente. ¿Cuál es el mayor cambio que has experimentado como artista, y como persona, durante todos estos años? Los mayores cambios han venido dados por una agenda cada vez más apretada [la media de proyectos al mes es de 4 a 6], una mayor disciplina y constancia, y un perpetuo viajar, sobre todo durante los últimos cuatro años.

La evolución de tu obra es bastante palpable: geometrismo, teriomorfismo, surrealismo y un colorido superlativo que lo inunda todo. ¿Cuál es la motivación que te ha llevado a centrarte en la creación de esas formas y ese uso saturado del color? Mi estilo, y el uso del color, viene dado por una lenta evolución desde que comencé a ‘geometrizar’ las letras en la calle mezclado con un trabajo en estudio de corte surrealista pero más clásico: formas más orgánicas, no tan colorido, más gris. El resultado viene de ese equilibrio entre los grises del comienzo y los colores que llegaron después, aplicando mi propia iconografía geométrica a todo lo que veía: animales, personas, arquitectura…

El color, desde luego, aporta luz y positivismo a cualquier espacio, mural, objeto o lienzo. ¿Encierra la obra de Okuda algún tipo de mensaje? Más bien voy planteando reflexiones sobre diversos conceptos que trato de presentar de modo contradictorio. Pero creo que lo principal es la interpretación que hago de los espacios, cambiando los lugares, intentando transmitir un positivismo muy claro tanto al propio espacio como a las gentes que viven por allí.

¿Por qué decides experimentar con escultura y otras técnicas, como el bordado, en tu trabajo? Siempre he sido muy inquieto. Pienso que tanto mi evolución como la identidad que surge de ella vienen dadas por este rollo multidisciplinar, por trabajar con diferentes técnicas. En el caso concreto de las esculturas, viene de mi necesidad de tener una visión 3D de los personajes de mis pinturas; de hecho, últimamente me llegan más propuestas relacionadas con este tipo de piezas destinadas al espacio público; estoy muy contento con ello porque es como ‘volver’ al street-art, pero con una perspectiva diferente. El tema de los bordados es una forma de mantenerme más unido a mi madre y a mi hermana. Como estoy constantemente viajando por todo el mundo, estoy muy poco con ellas, pero nos mantenemos muy conectados para, entre otras cosas, realizar estas obras. En todas las exposiciones necesito que haya al menos una o dos obras de estas. Para mí, una exposición completa es la que muestra pintura, escultura y bordados. A veces también incluyo fotos e incluso dibujos.

Has trabajado para marcas y empresas internacionales. ¿Cómo llegas a ese tipo de clientes? Cuando te piden encargos, ¿te marcan algún tipo de directriz o te dejan trabajar libremente? Sigo trabajando para marcas, y el requisito indispensable es que me dejen plena libertad. Las marcas son los mecenas de hoy: sustituyen a los viejos mecenas del Renacimiento. Hay cierto tipo de producciones que, si no cuentas con su apoyo, son muy difíciles de llevar a cabo por tu cuenta, por sus costes o su ubicación; las marcas muchas veces sirven de puente para poder realizar estos proyectos.

De todos los proyectos en los que has trabajado, ¿cuál es el más significativo para ti hasta el momento y por qué? El punto de inflexión vino con Kaos Temple: a partir de entonces me conocieron en muchos más lugares, hubo un boom mediático. Teniendo ya por entonces proyectos entre los que poder elegir, a partir de entonces la cosa se multiplicó y con ello la suerte de seguir pudiendo elegir los que más me interesan. Aparte, el que acabo de realizar en París con el muro de la Gioconda es muy potente. Es mi pieza más alta junto al edificio de Kiev, sin olvidar la iglesia de Denver.

Kaos Temple nos gustó especialmente, es un proyecto muy espacial… ¿Qué nos puedes contar de La Iglesia Skate? A diferencia del resto, este proyecto nació de mí. Lo conocí a través de Internet, me enamoré del lugar y me puse en contacto con ellos. Como conocían mi trabajo, estuvieron encantados de que transformara el espacio. Como no había presupuesto para ello, junto a mi equipo de Ink and Movement nos pusimos manos a la obra, reuniendo el apoyo de Red Bull, Montana Colors, Socketines y Miller Division. ¡Y lo conseguimos! Por todo esto es sin duda el proyecto más gratificante, además de que el resultado me sorprendió hasta a mí mismo por ese contraste entre la arquitectura clásica y la pintura contemporánea.

¿Cuáles son las diferencias entre la acogida de tu trabajo fuera de nuestras fronteras y dentro de ellas? Me da pena que aquí en España no se valoren los grandes artistas que tenemos, sobre todo por parte de las instituciones, y en concreto el apoyo al street art.Me encantaría contar con murales o grandes esculturas instaladas en Madrid (en Cantabria ya hay una). Fuera no solo me valoran más, sino que las propias propuestas son mejores, sobre todo cuando proceden de EEUU o de Asia. De aquí a finales de año habrá como cinco nuevas esculturas en EEUU (Miami, Las Vegas), además de diferentes proyectos en Tahití, Brasil o Canadá. Espero que esto vaya cambiando en la ciudad donde vivo.

¿Te consideras un artista urbano? ¿Se respeta en este país al artista urbano? Está claro que el sector privado acude cada vez más a este tipo de arte para lanzar sus mensajes, y también lo apoya con iniciativas privadas para la promoción de nuevos artistas, pero ¿y las instituciones públicas?, ¿os apoyan? Las marcas apoyan más que las instituciones. Muchas de las cosas grandes que hacemos son gracias a ellas. El proyecto de París es un encargo directo del gobierno de la ciudad, y me encanta formar parte de ello, porque, solo en el distrito 13, ya cuentan con una treintena de edificios intervenidos. Me parece increíble y creo que en España deberían tomar nota. Concejales y funcionarios relacionados con el tema cultural, tanto a nivel institucional como de gobierno, no se preocupan por mantenerse informados, ni por promocionar a sus artistas, como ocurre en París.

Como artista licenciado en Bellas Artes, ¿qué puedes decirnos acerca de la formación universitaria en arte de nuestro país?, ¿qué cosas has aprendido que te hayan ayudado en tu carrera artística y qué cosas has echado en falta en las aulas que hayas aprendido a lo largo de tu trayectoria? Apertura mental hacia nuevos formatos, nuevas técnicas. Ciertas asignaturas de las que sacas algo en claro y sirven para inspirarte. Pero lo interesante de pasar por allí es que uno mismo, de manera paralela, se vaya construyendo su propia identidad visual. En mi caso, que mientras estudiaba ya empezaba a viajar y hacer cosas por mi cuenta, me sirvió para aprender serigrafía, litografía, escultura… Tampoco me importaba mucho el hecho de acabar o no la carrera, sino más bien utilizarla para encontrar mi propio camino.

¿En qué estás trabajando últimamente? En muchas cosas al mismo tiempo: una línea de joyas con Suarez, unas gafas de sol con Flamingo, una línea de ropa con la marca Wrung de París… En paralelo, mi primera y recién estrenada exposición en solitario en Francia [Adda & Taxie Gallery de París], viajes por Europa para un par de murales y unas breves vacaciones para tomar fuerzas de cara a los proyectos en Miami, Canadá, Tahití.

 

okudart.es

Entrevista: Rosario Muñoz
Foto cabecera: Elchino Pomares

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