Todos los grupos de culto, religiosos y paganos, tienen un espacio sagrado al que acudir para disfrutar de un momento de comunión junto a sus iguales, compartir sus preocupaciones y alegrías y celebrar sus creencias y aficiones. Desde el Vaticano, hasta la Meca, pasando por Broadway, en NYC, y Graceland, en Memphis, todos son respetados y legítimos centros de peregrinaje para sus adeptos, así que, ¿por qué no pueden tener los usuarios de marihuana el suyo propio?.

No hablamos de un simple club social de cannabis, se trata de algo más grande, un lugar sagrado para aquellos que encuentran en la marihuana una forma de liberación e inspiración, una forma de vida inofensiva para el resto de la sociedad. Ese lugar sagrado se encuentra en Denver y es la Iglesia Internacional de Cannabis. Sus miembros, conocidos como elevacionistas, acuden a este edificio en busca de su mejor yo, que les es revelado a través de un ritual en el que utilizan la flor sagrada para encontrar su voz creativa interior y poder utilizar esa creatividad en bien de su comunidad.

En su página web explican, “los elevacionistas no reclaman ninguna autoridad divina, ni estructura autoritaria”, y “cualquier persona, sin importar sus antecedentes religiosos y culturales, es bienvenida”.

La Iglesia Internacional de Cannabis es un espacio abierto a todos los consumidores que quieran fumarse un porro en un ambiente tolerante y de conexión casi espiritual, tan sólo han de cursar una solicitud de miembro en la web y podrán acudir a este templo con toda libertad. El interior del edificio, de una antigüedad de más de 100 años, ha sido intervenido por los artistas Kenny Scharf y el español Okuda, quienes lo han decorado con frescos multicolor para ofrecer a sus fieles una experiencia inspiradora sin límites. La iglesia cuenta también con diferentes espacios públicos como galerías de arte para fomentar la participación de los usuarios y generar un impacto positivo en el entorno.

www.elevationists.org

Texto: Rosario Muñoz

 

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