David Cordero.

Tras luchar durante más de quince años contra la enfermedad, la madre de David Cordero fue diagnosticada con un cáncer terminal en verano de 2018. Cordero decidió entonces pasar esos últimos meses a su lado. Por el día la acompañaba y la cuidaba, y por la noche curaba su desconsuelo mediante la música. Fruto de todo aquel proceso surgió un disco, “Hacia la luz” (Archives, 2019), que es mitad homenaje y mitad memoria onírica. Un disco que, a pesar de su origen, está lleno de esperanza y luminosidad.

 

“El rumor del oleaje” fue el resultado de una catarsis sentimental y personal. “Hacia la luz” surge de una catarsis familiar. ¿Se cumple contigo aquello de que el artista necesita pasarlo mal para afrontar la creación de una obra?

No siempre, pero es cierto que estos dos discos han nacido de un momento triste o de una situación complicada en mi vida. Últimamente he trabajado mucho para cambiar el tono negativo que acompaña a mis canciones. Mi intención es que suenen de algún modo positivas, intentando esquivar esa mala raíz de la que brotan. Quiero utilizar la música, sobre todo, como medio de relajación, un motor de calma y bienestar. Que me transmita esas sensaciones, que bastante tenemos con el día a día.

Hacia la luz

Cuando a tu madre le dieron tres meses de vida, decidiste volver a San Fernando para pasar ese tiempo con ella. “Hacia la luz” cuenta esa historia. ¿En qué momento decidió David Cordero convertir ese proceso en música?

No fue una decisión premeditada, y tampoco lo pensé mientras sucedía; evolucionó según pasaba el tiempo. Cuando llegué a San Fernando solo llevaba ropa, pero a los pocos días volví a mi casa de Sevilla a por parte de mi equipo, para hacer algo durante las pocas horas libres que tenía. Me sentaba delante del ordenador de madrugada con esos instrumentos y me ponía a grabar por pura desconexión. Era la única manera de relajar la mente y dejar de pensar en lo que estaba sucediendo.

¿Por qué terminaste de grabar el día 25 de agosto?

Ese día murió mi madre. Después de aquello no tenía ni fuerzas ni ganas de retomar las canciones, ni siquiera de hacer música. Me dediqué a viajar para evadirme. No volví a pensar en las canciones hasta que habían pasado unos meses y estaba preparando una gira por Japón junto a dot tape dot.

¿Hay algún tipo de post producción en el disco?

Ninguna, las canciones suenan tal como surgieron. Es cierto que me planteé revisarlas o volver a mezclarlas, pero después de meditarlo bastante decidí que lo correcto y verdadero sería dejarlas tal y como nacieron y como las viví. Este disco es más un ejercicio conceptual que de estilo. Podría haber sonado mucho mejor, es cierto, pero no me hubiese parecido real.

Minimalismo natural

Dadas las circunstancias, el equipo que utilizaste para grabar debió ser una versión reducida de tu estudio habitual. ¿Cómo afectó esa economía de recursos al proceso de creación?

Como no tenía ningún tipo de expectativas, ni siquiera llegué a plantear esa cuestión. La función del proceso era desconectar, no trabajar con equipos o buscar un sonido… Utilicé un pequeño sintetizador Yamaha Reface DX, un viejo sample AKAI S20, varios pedales de efectos, grabadoras de casete y un ordenador. Si tuviese que destacar algo positivo sería que he exprimido más que nunca los pocos recursos de los que disponía. Tenía que agudizar la imaginación a la hora de producir, para conseguir que saliesen bien las ideas que rondaban por mi cabeza.

A un nivel sonoro, se trata de un disco más limpio y desnudo que “El rumor del oleaje”. Ese minimalismo, ¿es premeditado, o es el resultado de grabar con poco tiempo y recursos?

Es resultado de encontrarme en una situación determinada. Puede que este disco se aleje de la línea de mis anteriores trabajos, pero ha sido un proceso natural, lo que tocaba en este momento. De todos modos, como consumidor me gustan cada vez más los discos minimalistas, siento verdadero interés por esa capacidad de conseguir más con menos. Siempre se pueden añadir pistas, pero lo complicado es quitar para mejorar. Hace poco lo hablaba con mi amigo Federico Durand: lo importante es construir las melodías con lo que tienes a mano, sin echar de menos otros recursos.

Los walkmans como nueva herramienta

Al igual que en el disco anterior, que estaba organizado alrededor del sonido de varias playas españolas, hay ciertos sonidos que parecen grabaciones de campo. ¿Qué papel juegan en la composición, y por qué están ahí?

Estoy haciendo memoria, y no recuerdo haber utilizado grabaciones de campo. Lo que sí he utilizado, y mucho, son grabadoras de casete, que pueden dar esa sensación. Sobre todo cuando te dedicas a regrabar pistas, o las utilizas como generadoras de efectos, modificando el pitch, la velocidad… Confieso que me he unido a la moda de utilizar walkmans y grabadoras, dan muchas más posibilidades de lo que parece. Y utilizarlas te da una sensación muy real de estar creando música con tus propias manos. Es un poco como tocar un instrumento.

“Hacia la luz” está dividido en cuatro piezas, cuyos títulos hacen referencia a otros tantos episodios de la enfermedad. ¿Están también grabadas en ese orden cronológico, o son el resultado de ensamblar diferentes fragmentos?

Están pensados a posteriori. Una vez que decidí editar el disco empecé a buscar títulos para las canciones. Y después de meditarlo mucho se quedaron estos porque son cuatro elementos o capítulos importantes de esta historia. Su orden cronológico, además, coincide con el de la grabación. Estos aspectos tampoco los he tocado demasiado; como me había acostumbrado a escuchar las canciones en ese orden transmitían un desarrollo lógico para la historia. Creo que se nota cómo evolucionan en paralelo a los efectos de la situación con la que nos enfrentábamos.

Sonido luminoso y optimista

De hecho, transmiten una cierta sensación de continuidad, de conjunto cerrado. ¿Es, de nuevo, algo trabajado a propósito? ¿Hay un proceso de producción enfocado a conseguir ese efecto?

Para nada, es lo que salió y como salió. Puede dar esa sensación por las limitaciones de los instrumentos, ya que son los mismos en las cuatro piezas. Pero como ya he comentado, mi único interés era desconectar durante el rato que podía. Sí es cierto que forman un conjunto cerrado, pero eso ya lo llevo de serie cuando me pongo a grabar. No me gusta hacer discos de canciones sueltas, aleatorias, es algo que no me sale. Siempre pienso en un conjunto completo, con una historia y un hilo conductor. Así se le da sentido al concepto de “álbum”, y más en estos tiempos que corren, de canciones sueltas y singles digitales.

A pesar del tema que trata, “Hacia la luz” me parece un disco luminoso y optimista, al menos para los estándares cortavenas que suelen tener tus discos.

Yo también lo siento así. Me gusta verlo como un viaje positivo hacia la desaparición física de un ser querido, nunca he pensado en él como algo triste. También creo que esa época de sonidos “cortavenas” desapareció con Úrsula. Los trabajos bajo mi propio nombre tienen un sonido más luminoso y optimista, y este no iba a ser menos.

Colaboraciones que aportan

En el disco colaboran Gonzalo Eizaga, de McEnroe, y Pepo Galán. ¿Por qué quiso introducir David Cordero otras voces en un disco a priori tan personal? ¿Cómo encajaste sus partes en el conjunto?

Todo sucedió de manera espontanea, aunque cada colaboración tiene su porqué. Con Gonzalo llevo algún tiempo trabajando, somos amigos desde hace bastantes años y estamos componiendo juntos. Mientras escuchaba algunas pistas que me había mandado encontré una que me encantaba. Le pedí permiso para utilizarla, para trabajar a partir de ella y transformarla, y aceptó encantado. En el caso de Pepo, durante ese verano hablamos bastante, estábamos planeando cosas y colaboraciones futuras. Y casi al final de todo este proceso me encontraba saturado, no daba mucho más de mí, la situación había empeorado y las ganas desaparecían. Surgió la posibilidad de que colaborase en esa canción y aceptó, con total libertad. No puedo estar más agradecido a los dos.

El disco también contiene cuatro remezclas, de Federico Durand, Warmth, Rafael Anton Irisarri y Dot Tape Dot, todos ellos amigos tuyos. ¿Era una manera de compartir el dolor, de liberar tensión y dar otro significado a las canciones originales?

La idea de incluir remezclas fue de Agus, el jefe de Archives. Parecía una idea magnifica, sobre todo por poder contar con amigos que admiro tanto y disfrutar de sus revisiones de los temas. Me he sentido más arropado, me han encantado sus remezclas, el disco ha ganado muchísimo con sus aportaciones. Me siento muy afortunado de poder contar con ellos.

Ambient con acento español

Archives es un sello con base en Valencia, dedicado al ambient y la música experimental. ¿Qué atraía a David Cordero para publicar el disco allí?

La verdad es que no conocía al sello hasta que Pepo Galán me habló de él ese mismo verano. Estuve escuchando su catalogo, compré varios de sus lanzamientos y me encantaron. También me sorprendió gratamente el estilismo y diseño de todo lo que sacaba. Después conocí a Agus y nos caímos muy bien, le hice un remix para el último trabajo de Warmth, su proyecto musical, que también ha salido en Archives. Eran demasiadas señales para estas canciones, todo había sucedido en esos meses. Así que decidí mandarle las canciones para ver qué opinaba, le gustaron mucho y nos pusimos en marcha para editarlas.

Y acerca de lo anterior, ¿qué opina David Cordero de esa nueva escena ambient que ha surgido en los últimos cinco años en España?

Todo lo que sea crear música me parece estupendo, venga de donde venga. No suelo mirar el pasaporte de los discos, o al menos no cómo algo decisivo. Lo importante es que las canciones te emocionen o te transmitan algo, dónde y quién las haya grabado debería ser algo secundario. Eso no quita que me parezca estupendo que poco a poco existan más músicos de ambient en España, y eso que estoy seguro de que hay muchos que no conozco.

Músicos como Pepo Galán, Miguel Otero, Duister, Combray, Warmth, Balago, dot tape dot, Edu Comelles, Oikos, Radical 207, Ann Deveria o Eduardo Briganty, por citar algunos, hacen unos trabajos realmente interesantes y buenos. Lo triste es que, al final, casi todos tenemos que hacer cosas fuera de España, o por nuestros medios, porque aquí no hay apenas circuito ni iniciativas, no hay conciertos.

Aires renovados

Desde hace un par de meses, David Cordero vuelve a vivir en San Fernando. ¿Cómo ha afectado esa vuelta al hogar a la música que hace David Cordero?

Pues muy bien. Mi última etapa en Sevilla fue un poco complicada y confusa. Ahora me despierto cerca del mar, llevo una vida salvajemente tranquila, tengo otras prioridades. Con los años me he dado cuenta de que me siento más relajado y vivo cuando estoy fuera de una gran ciudad y sus velocidades. Y aquí además estoy cerca de la familia, que es lo más importante. Aires renovados, con los que estoy componiendo canciones para un nuevo disco, que está tomando un cariz bastante luminoso y sosegado.

Y por otro lado, ¿habrá espacio ahora para nuevas colaboraciones como las de Viento Smith, Niño de Elche o Dot Tape Dot?

Siempre hay espacio para colaborar con amigos. Ya tengo listo un nuevo trabajo junto a Pepo Galán, que saldrá el año que viene. También hay nuevas canciones junto a Niño de Elche. Y lo que tenga que llegar será bienvenido.

davidcordero.bandcamp.com

Entrevista: Vidal Romero
Foto: Raúl Pérez

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