Los que a estas alturas de la vida hemos acudido ya a cientos de festivales -la inmensa mayoría masivos e impersonales- abrazamos como si fuese a un amigo que sabes te va a tratar muy bien, una propuesta como el LEV 2023 (Laboratorio de Electrónica Visual).
La reciente edición celebrada en su sede gijonesa, como no en enclaves privilegiados, ha vuelto a dejarnos con sensaciones hiper-cálidas. Eso que se trata de un evento donde lo que se muestra, lo que se visualiza y escucha, es de piel poco convencional. Pura vanguardia donde se tiende un manto verde -nunca mejor dicho, por Asturias- a un público entusiasmado por sorprenderse y explorar tanto o más que los artistas y artífices del encuentro.
LEV 2023 ha echado el telón de otra magnífica edición -su 17ª en Gijón- con Robert Henke, Hélène Vogelsinger, Grand River, Throwing Snow, WaqWaq Kingdom y Komatssu como artistas y actuaciones destacadas. También por hacernos soñar despiertos en un regreso al Jardín Botánico Atlántico, en un nuevo formato de directo con auriculares inalámbricos, imborrable.
Robert Henke, fiel a su condición en LEV 2023
Unos cuantos años -desde 2016- llevaba maquinando el caballero Robert Henke este deslumbrante tinglado. Algo único. Tan elocuente como siempre nos introdujo micrófono en mano como se había armado de este pequeño ejército de cinco ordenadores Commodore CBM 8032 que él mismo, y en un principio con la sola ayuda de un libro, había transformado y reeducado.
El resultado que este genio logró sobre el escenario del Teatro de la LABoral fue tan excitante como creciente. Como un virtuoso seguro de sí mismo, sorprendió con una exhibición técnico-artística vertiginosa. Muy bien hilada de principio a fin.
El contexto generado por el alemán a través de esta maquinaria ochentera, a priori desfasada, y gráficos dicromáticos (en verde y negro) fue trepidante. Los cincuenta minutos de su AV show volaron. Retro-futurismo matemático a la vez que humano, diligente y creativo.
Nos dejó a todos unas sensaciones inolvidables. Respondió con creces a su condición de cabeza de cartel de esta 17ª edición. No era de extrañar la sonada ovación que se ganó al finalizar su reto en directo con toda la platea puesta de pie.
Paisajes distópicos y autovías intergalácticas
Otras propuestas que disfruté una barbaridad en esta sede que es el Teatro de la LABoral Ciudad de la Cultura, fueron las de Hélène Vogelsinger, Kathy Hinde y Franck Vigroux & Antoine Schmitt.
La compositora y diseñadora de sonido francesa Hélène Vogelsinger midió la temperatura del público ofreciendo un espectáculo realmente poético y hermoso. Presentó “Metaphysical Alteration”. Nada más correrse el telón sorprendió con su puesta en escena. Dándonos la espalda, imbuida en su hermoso monstruo modular y rodeada de una estética digna del romanticismo. Y claro, con el pantallón al frente.
Supo cómo erigirse en la verdadera protagonista de la sala, a la vez que nos paseaba, nos conectaba, con su particular atmósfera de sintes y voces. Muy destacable también su protagonismo en unos vídeos comandados por el deterioro del tiempo. Sombras que tomaban otra forma con la luz de Hélène.
Muy distinta la propuesta del dúo formado por Franck Vigroux & Antoine Schmitt quienes estrenaron -a nivel mundial- su “Videoscope”, performance audiovisual basada en “Magnetoscope”, el último lanzamiento de Vigroux.
Musicalmente, un desafío repleto de aristas. El dominio del productor de los sonidos contemporáneos que de repente se encrespan, del techno contemporáneo proteico y de las revueltas conceptuales, es pasmoso. Su música casó a la perfección con unos visuales tan minimalistas como delirantes que eran una travesía cósmica constante en blanco y negro. Momentos más arenosos que contrastaban con el dinamismo de las formas, la sensación de profundidad, el infinito y el terror.
Menos tremenda fue la puesta en escena de Kathy Hinde. Interesante, y mucho, como expuso en un nuevo AV show el poema “Oda a un ruiseñor” de John Keats. Delicada y reflexiva en todo momento nos llenó el espacio de sonidos y antiguos vídeos de aves, código morse, y texturas menos reconocibles. Con su “Twittering Machines”, que justamente se pasó volando, nos quedamos hipnotizados y cavilando.
Destacable también la actuación de Grand River (Aimée Portioli) acompañada por un buen amasijo de humo y el diseño de luces de Marco Ciceri. Atmósferas sombrías, minuciosas y paisajes sonoros divergentes de gran calado emocional.
Claraguilar, la virtuosa artista multidisciplinar barcelonesa cerró la gira de su EP “Mystery Is All” ante todos nosotros. Lo hizo en perfecta sincronía de bases techno-IDM que invitaban a levantarnos del asiento y bailar, junto con estructuras más orgánicas e incluso de fisonomía clásica. Nos dejó triturados en el asiento cuando nos estampó en toda la cara su pieza colaborativa (original de 2020) junto al colectivo de performance Pussy Picnic (VVAA Collective).
Impulsando una cultura sostenible
En esta avenida de sensaciones contemporáneas que es el LEV destaca también su manera de acercarnos a la tradición, a los entornos abiertos e incluso a la naturaleza más enriquecedora. Entornos únicos como el Muséu del Pueblu d’Asturies y el Jardín Botánico Atlántico invitan a ello.
La experiencia del domingo -encima con un clima sorprendentemente primaveral- en el Botánico fue para ser recordada siempre. Después de un plácido paseo por los caminos repletos de una gran biodiversidad vegetal, nos reunimos en torno al lago donde nos esperaban dos actuaciones muy especiales: las de Astrid Sonne y Samuel Organ.
Además del marco único, la cita tenía otra excepcionalidad. Ambos directos se realizaron a través de unos auriculares inalámbricos (con la colaboración de la Fundación EDP) por lo que el impacto acústico con el entorno fue mínimo.
Pude incluso disfrutar de la actuación de Astrid Sonne con una ’familia pato’ y unas cuantas lagartijas delante. Por cierto, su efímera presencia resultó ser un soplo de aire puro. Su delicadeza, en perfecta consonancia con el contexto. Su voz, pasajes sintéticos, notas de viola… nos dejaron una huella muy positiva.
Otro punto muy interesante. Con estos auriculares inalámbricos vinculados a nuestros móviles, todos los asistentes podíamos desplazarnos hasta trescientos metros desde el escenario. Algo que hice mientras Samuel Organ nos diseñaba y revestía con piezas de su “A Safe Place In Cyberspace”.
Ambientes y sintes sutiles acompañados de algún toque más experimental u orgánico. Acompañado de su música pude descubrir, por ejemplo, una Weigela florida o un bioma boreal europeo. Mágico.
Colorido y vigor asiático teñidos de africanismo
Como si de un ciclón venido de Japón se tratase… Así fue el paso de la pareja formada por la cantante y bailonga Kiki Hitomi junto al mítico Shigeru Ishihara, esto es WaqWaq Kingdom.
Sin perderle la cara a un público entregadisimo, incluso brindando con las primeras filas a la voz de ’Campari’, así de impetuosa, entretenida y colorista fue el directo de este dúo nipón que ahora reside en Berlín.
Delante de nosotros tuvimos en todo momento un gimnasio musical plagado de techno a 8 bits, bass triunfal, experimentos polirrítmicos e incluso algún contraste de dub jamaicano. Ah, y por supuesto, un trepidante batiburrillo con locas pinceladas de sonidos ‘afro’.
Ellos también iban ataviados para la ocasión con las típicas telas coloristas del gran continente africano. Regularon el flujo energético de todo el mundo, logrando una comunión singular con un Muséu del Pueblu d’Asturies abarrotado y muy entregado.
Antes de ellos, de hecho abriendo este enclave abierto no menos amable, estuvo Komatssu (el gijonés Héctor Sandoval) quien sobrado de técnica nos presentó su vertiente más personal y bailable cargada de notas ácidas, frecuencias IDM-techno y ritmos rotos. En la estela de su último y tercer LP “No Place For Poetry”. Fascinante manera de tratar la contundencia con pasillos más melódicos e incluso ambientales.
Es muy reconfortante vivir en primera persona y de nuevo, como este espacio, escenario situado en un museo (al aire libre) que tiene por misión conservar y difundir la memoria del pueblo asturiano, se sucedían las actuaciones de índole ecléctico y tan contemporáneas. Encima con un público amable y rendido a la experiencia.
El sábado también tuvieron la oportunidad de defender su música sobre las tablas -al ser de día, sin visuales como respaldo- artistas tan relevantes como la británica Ikonika (a quien asociaremos con Hyperdub y cumplir con creces de ser estandarte del UK house más underground), James Shinra y otro artista local, Jailed Jamie presentando por primera vez en directo su flamante discarral “Gimme Something to Break”. Un año más volvió a subirse con él Helios Amor, respetado teclista de jazz-funk, aunque su presencia esta vez resultó bastante corta. Cuando se juntan, es cuando generan las mejores diabluras.
La noche nos mueve
Aunque la jornada del viernes se alargó hasta las tres de la madrugada, la noche con más decibelios y aroma a clubbing fue la del sábado. La palma se la llevó Throwing Snow (Ross Tones) defendiendo su espectáculo “Dragons AV” basado en su cuarto álbum de estudio. Un sabio que se apoya de la ciencia, la IDM y los beats complejos y contemporáneos para soliviantar hasta el más pintado. Patrones rítmicos y redes neuronales para mentes abiertas, en absoluto paleolíticas.
Todo esto ocurría en lo que llaman ’la Nave’ (en LABoral Centro de Arte). En el plan de vuelo nocturno también estuvieron Enxin/Onyx, Kai Whiston, Zoë Mc Pherson con Alessandra Leone. Finalmente el insólito Ninos du Brasil, con una cargante puesta en escena repleta de bizarrismo, batucadas y demás ristra de percusiones despiadadas. Nicolò Fortuni y Nico Vascellari son unos agitadores natos.
LEV 2023: instalaciones y guinda final en el Jovellanos
De las instalaciones propuestas en LEV 2023 disfruté bastante -por eso, como con las natillas, repetí- con la de «Faces» de Iregular situada en una sala del Centro de Cultura Antiguo Instituto. Una pantalla invitaba a acercarse, cuando lo hacías de repente esta empezaba a interactuar contigo, generando extraños duplicados, glitches y desperfectos digitales con tu propio rostro.
La otra que me pareció más interesante fue «OPTX.Drips» del canadiense Maxime Corbeil-Perron, esta vez en Laboral Centro de Arte. Para, de nuevo ser parte activa de la instalación, debías colocarte unas gafas 3D y lo suyo era acercarse a la doble pantalla. Un trabajo de arqueología multimedia con elementos y texturas de la tecnología del anaglifo estereoscópico de las antiguas gafas 3D rojo/cian, esas mismas que nos dejaban coger en la mesa al entrar. La composición era bastante granulosa e intensa, por segundos epiléptica.
El colofón de LEV 2023, una necesidad. Gran final el que la edición del LEV 2023 nos tenía preparado. El proyecto «Dökk» del estudio italiano fuse*. Y es que AV show fue programado para la edición de 2021, pero con las limitaciones impuestas por la pandemia fue disfrutado por poco público, y en la reciente edición se ha repetido como merece.
Nada mejor que para cerrar por todo lo alto este carrusel de experimentación sonora, de directos de electrónica y creación audiovisual y digital contemporánea de altísimo nivel. Se recuperaba también un lugar mítico como el Teatro Jovellanos (inaugurado en 1899). Cumplió con creces este espectáculo live-media que trastea con las emociones y la imprevisibilidad del ser humano.
En “Dökk” se combinan danza en vivo con un sistema de datos que analizan sonido y movimiento a tiempo real. Increíble combinación de todo esto, en búsqueda del equilibrio humano-virtual, junto con entramados digitales y piezas en 3D. La balanza entre luz y oscuridad (precisamente ’dökk’ significa esto, en islandés).
A oscuras nos hemos quedado todos hasta que regrese una nueva edición de LEV el año que viene. Festivales y encuentros como LEV 2023 son más necesarios.
Texto: Bruno Garca
Fotografía: Elena de la Puente para LEV Festival
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