Después de romper una pausa discográfica de más de ocho años con los monstruosos «Electronica 1 – The Time Machine» (2015) y «Electronica 2 – The Heart Of Noise» (2016) llenos de excesos, algún que otro dislate sintético y colaboraciones de lo más dispares (de Armin Van Buuren a Pet Shop Boys pasando por Vince Clark, Pete Townshed, M83, John Carpenter, Gary Numan, Hans Zimmer, Edward Snowden o Jeff Millas), el francés Jean-Michel Jarre conmemora el cuadragésimo aniversario de «Oxigène» (a976) con un «Oxigène 3» (2016) que por momentos nos retrotrae a aquel discreto encanto íntimo, ambiental y levemente planeador de su primera obra maestra.

Sin embargo, «Oxigène 3» no es más que un brevísimo alto en el camino de Jarre para recuperar fuerzas y continuar con su maratoniana agenda de macroconciertos y eventos sencillamente inimaginables llenos de multitudes, excesos escenográficos y ubicaciones imposibles: su próximo destino será el Mar Muerto en un concierto con el que pretende, como embajador de la Unesco, poner el foco sobre el deterioro de ese ecosistema amenazado.

Jean-Michel Jarre inició su enésimo tour mundial en la pasada edición del festival Sónar con un espectáculo que combinaba temas de los dos volúmenes de Electronica con algunos de los mayores hits de su dilatada carrera.

Iniciar la gira mundial en Sónar fue muy especial para mí, porque Sónar es uno de los mejores festivales electrónicos del mundo por su manera de mostrar a las grandes estrellas, a los nuevos creadores y también lo que hay más allá… Ya no solo el aspecto estrictamente musical, sino todos los ámbitos de la cultura electrónica están presentes y enlazados. Es una fotografía de la cultura electrónica en toda su extensión, y esa perspectiva, y también retrospectiva, de lo que está sucediendo y va suceder en todo el mundo electrónico es lo que hace a Sónar único.

En ese concierto en Sónar presentaste muchos temas de la serie Electronica, es decir, nuevos, pero también rescataste muchos temas antiguos, muchos hits…

Fue el laboratorio perfecto para poner en marcha mi gira, porque me permitió combinar ambas facetas ante un público que conoce mis obras antiguas, pero también ante gente muy joven que no tiene esas referencias. Desde ese concierto en junio hasta el último en París en diciembre la forma del show ha evolucionado tanto que casi no parece el mismo espectáculo…

Y eso es lo que vamos a seguir haciendo en 2017, pero antes de la gira por Estados Unidos y Canadá vamos a hacer una cosa muy especial en abril en el Mar Muerto: un gran concierto en el desierto, frente a la fortaleza histórica de Masada, con una gran escenografía que servirá, en mi condición de embajador de la UNESCO, para resaltar que el problema de la amenaza al ecosistema que une el desierto y el Mar Muerto, tan extraordinario, importante y frágil como el polo norte o la selva amazónica, no solo compete a Jordania e Israel, sino que es un problema para toda la humanidad.

Queremos que todo el mundo se acerque a disfrutar de la música y de las vistas y que tome conciencia de la belleza y fragilidad de ese entorno. Por ello, vamos a retransmitirlo por streaming con tecnología de resolución 4K y 360 grados. En mayo haremos la gira por Estados Unidos y Canadá y en junio iré al norte de Noruega para otro gran evento con mi amigo Stephen Hawking…

Creo que no has actuado en los Estados Unidos desde el gran concierto de Houston en 1986. ¿Hay algún motivo especial para esa ausencia?

Ninguno. Siempre que hemos hecho giras hemos previsto fechas en Estados Unidos y Canadá, como en esta ocasión, pero al final no se han concretado o he tenido que cancelarlas por- que me surgieron otros compromisos. Estados Unidos es un gran país y no puedo olvidar que mi padre –el compositor Maurice Jarre- obtuvo la nacionalidad estadounidense y en Hollywood se convirtió en el gran compositor de bandas sonoras que todos conocemos.

Quizás el hecho de que durante años nuestra relación fuera algo difícil me alejó inconscientemente de los Estados Unidos. Al final de su vida, nuestra relación mejoró y cuando estuve en Hollywood grabando buena parte del proyecto Electrónica sentí como si estuviera a mi lado acompañándome, pese a que ya hace seis años que murió.

¿Nunca tuvisteis ningún tipo de relación musical?

La verdad es que no. Mis padres se separaron cuando yo era muy pequeño. Yo me quedé con mi madre en Europa y él se fue a los Estados Unidos. Nos vimos pocas veces. Además, en su época los compositores de bandas sonoras no estaban tan reconocidos como ahora y nunca le consideré una influencia a nivel musical. Cuando tuvimos contacto mucho después apenas hablamos de música y eso es algo de lo que me arrepiento.

Después de dos discos llenos de colaboraciones como los de Electronica, has publicado Oxygène 3, que me parece un pequeño homenaje a ti mismo encerrado en el estudio…

Así es. Pese a que he tardado cinco años en llevar adelante el proyecto Electronica, estoy muy contento porque he podido trabajar con gente maravillosa por todo el mundo y sigo con ganas de seguir colaborando con artistas tan interesantes como Damon Albarn en el último disco de Gorillaz.

Por otro lado, el proyecto Oxygène 3 es una muy bonita suma de coincidencias. Mientras preparaba Electronica 2 uno de los temas me recordó el sonido del primer Oxygène. Más tarde, la discográfica me propuso hacer algo con motivo del 40o aniversario del disco. Como me gustan las series y las secuelas, algo habitual en el cine, la TV y la literatura, pero no en la música, decidí alargar la serie Oxygène con un tercer capítulo -en 1997 se publicó la segunda parte, Oxygène 7-13-, pero sometiéndome a los mismos condicionantes que en el primer volumen: estaría solo en el estudio durante seis semanas, nunca usaría más de ocho instrumentos al mismo tiempo y usaría un minutaje y una distribución como si se tratara de un vinilo con una cara A más oscura y una cara B melódica y soleada. Quería un enfoque más minimalista y creo que lo he conseguido.

Oxygène 3 me parece muy interesante como ejercicio minimalista e íntimo que contrasta poderosamente respecto a Electronica y las enormes producciones que son tus conciertos y tours. Del mismo modo, tú siempre te has interesado más por la melodía, mientras que la música electrónica ha ido caracterizándose mayoritariamente por el uso de los ritmos…

Sí, eso es muy interesante. Es obvio que para mí la melodía es el componente musical más importante. La música de baile está bien para dejarse llevar y para ello necesitas ritmos que te diviertan, te exciten y te muevan, pero en cuanto empiezas a escuchar la música, la melodía es esencial.

Si te fijas en la mayoría de los artistas con los que colaboré en Electronica, como M83, Air, Vince Clark, Pet Shop Boys, Gary Numan, Massive Attack, Pete Townsend, Tangerine Dream, Cindy Lauper, Hans Zimmer… todos ellos están más interesados en la melodía que en el ritmo. La melodía es el corazón de mi música.

Pero, por otro lado, dentro de la intimidad de Oxygène 3, me gusta mucho el final orquestal con Oxygène 20, un guiño neoclásico y ambiental que cierra el disco como el final de una ópera en la que todos mueren…

Me alegra que te hayas fijado en Oxygène 20, ya que es una pieza muy especial para mí. Recordé que hace años mi amigo Arthur C. Clarke, el autor de 2001: una odisea del espacio, me dijo que el Oxygène original era como un paseo espacial y que debía acabar volviendo del espacio con una reentrada en la atmósfera.

Toda reentrada provoca una gran fricción que genera combustión, así que imaginé ese final como una gran combustión en la que dejé de lado las texturas y las armonías y me centré más en crear tensión; no en crear miedo, sino una cierta tensión como si el sonido y las frecuencias ardieran en contacto con la atmósfera y se esparcieran con el viento. Me alegra que lo hayas mencionado porque es una de mis partes favoritas.

Hablando de contrastes, siempre me ha gustado saber si al inicio de tu carrera antes del primer Oxygène, cuando trabajabas con artistas experimentales como Pierre Schaeffer o Pierre Henry, pensabas que la música electrónica y tu carrera en particular iban a ser tan exitosas, tan enormes como se han convertido finalmente…

Respecto a mi carrera, si me permites llamarlo así, en ese momento no tenía ninguna expectativa. Tan solo quería aprender y absorber lo máximo posible de esos dos grandes maestros y de otros muchos que me enseñaron, me alentaron y me ayudaron en aquel momento. No solo en Francia, sino en todo el mundo. Todos los músicos que, en cualquier rincón del mundo, estaban aprendiendo a usar unos nuevos aparatos y a generar nuevos sonidos: la música interesantísima que llegaba desde Alemania, desde Inglaterra…

Recuerdo escuchar cada disco con suma atención, intentando reconocer el sintetizador que habían usado o cómo habían grabado cada una de las partes. Era un análisis más técnico que musical, pero sin duda fue un gran aprendizaje. Lo que siempre tuve muy claro es que la música electrónica se iba a convertir en la gran fuerza creativa del final del siglo XX y que iba a extenderse por todo el mundo y afectar al resto de músicas y manifestaciones culturales porque la manera de crear música electrónica es muy diferente a escribir música clásica o acústica.

No se trata de escribir notas con un lápiz sobre un papel, sino de dibujar en el aire con sonidos y ruidos, y eso es algo que cualquiera puede hacer. No existe un lenguaje predeterminado, sino que tú vas creando tu propio lenguaje mientras compones.

Me gustaría confirmar si es cierto que en Electronica 2 había una colaboración prevista con Pierre Henry y si se ha llegado a producir…

El señor Henry ya no es un hombre joven y su agenda y su capacidad de trabajo están ya muy limitadas. Hace muchos años que tenemos pendiente hacer alguna cosa juntos y espero de verdad que podamos llevarlo a cabo, pero, en este momento, el tiempo que el señor Henry tiene libre para poder trabajar conmigo es ya muy poco.

jeanmicheljarre.com

Entrevista: Half Nelson

 

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