Diseñador, ilustrador y traductor de ideas complejas a imágenes potentes, Javier Jaén crea metáforas visuales que activan el pensamiento y la sensibilidad de quien las mira. Su estilo, aparentemente simple pero cargado de significado, ha conquistado publicaciones internacionales, organizaciones como la Unesco y cineastas como Pedro Almodóvar. Invitado por Adobe como ponente del festival OFFF, Jaén nos comparte su visión del humor como herramienta crítica, su apuesta por las ideas frente al artificio técnico y la importancia de enseñar desde la duda. Una conversación para detenerse, mirar y pensar.
¿El humor es para ti una herramienta estética, ética o de defensa?
Javier Jaén: En realidad es las tres cosas, y creo que te ayuda a observar el mundo sin volverte completamente cínico. También es una forma de supervivencia, una manera de entrar en temas complejos sin levantar una muralla. En cuanto a la herramienta, si puedes hacer sonreír a alguien antes de meterle el dedo en la llaga es más probable que te escuche. En cualquier caso, para mí el humor no es un punto de partida. No me interesa tanto hacer reír como provocar estímulos.
¿Qué lugar ocupa la ironía en tu práctica como creador?
La ironía es una compañera habitual, pero no la utilizo como escudo sino como una lupa. Me interesa cuando una imagen dice una cosa y al mismo tiempo la contraria, generando cortocircuitos.
Javier Jaén: «Enseñar es también una manera de poner a prueba lo que crees que sabes, ponerlo en voz alta y debatirlo.»
Has compartido tu proceso creativo en charlas y talleres en diferentes espacios de formación y centros superiores como el IED. ¿Qué te motiva a enseñar? ¿Qué crees que es útil transmitir a las nuevas generaciones de diseñadores?
Enseñar es también una manera de poner a prueba lo que crees que sabes, ponerlo en voz alta y debatirlo. Compartir experiencias o cosas que te hubiera gustado que alguien le dijese a tu yo de hace veinte años es una parte que me gusta. Sobre todo compartir más dudas que certezas, hablar entre todos y generar un proceso con el que llegar a sitios desde la colaboración y la conversación. Lo que intento transmitir es que la herramienta más valiosa que tenemos no es un software, sino nuestra forma de ver el mundo.
La ilustración editorial se encuentra en plena transformación. ¿Qué desafíos y oportunidades ves hoy día para quienes quieren contar el mundo con imágenes?
El reto es seguir siendo relevantes en un contexto donde todo está compitiendo por nuestra atención. También hay más espacios donde contar nuestras historias y mostrar nuestro trabajo. Para mí lo importante, y lo complicado, es tener algo que decir. Estamos en un momento en el que las herramientos son totalmente espectaculares, pero eso son fuegos artificiales, pasa el espectáculo y, luego, ¿qué más?
Si intento ser optimista, pienso que estamos en un momento de la historia donde las ideas son más importantes que nunca. La técnica sigue siendo importante, pero si no nos cuenta nada, no acaba de llegar a ningún sitio. Las ideas ahora mismo son la columna vertebral de lo que va a venir. Intuyo que en el futuro todos esos fuegos artificiales serán ruido y solo quedarán las imágenes que cuenten algo, que transmitan un propósito o nos informen.

«No creo en la inspiración como una aparición divina, sino en el trabajo de ir puliendo hasta que algo respira.»
En tus trabajos navegamos entre lo simple y lo complejo, a veces de forma sutil. ¿Cómo llegas a esa síntesis entre forma y mensaje para alcanzar ese nivel de expresión?
Mi trabajo muchas veces se parece al del escultor o el jardinero que tiene que ir quitando para buscar el alma del proyecto o la particularidad que lo define. No creo en la inspiración como una aparición divina, sino en el trabajo de ir puliendo hasta que algo respira. Me interesa cuando la forma se convierte en un pensamiento y cuando la imagen, además de ilustrar, también pregunta.
Has trabajado con medios como The New Yorker y organizaciones como Greenpeace. ¿Cuál es tu enfoque cuando el encargo tiene un peso político o social?
En realidad es el mismo que otras veces, buscar la mejor manera de explicar el tema y compartirlo con el cliente. Intentar no caer en lo panfletario ni en el populismo gráfico, sino encontrar la parte creativa que defina el tema. Prefiero una imagen que deje un espacio a la interpretación a una que te diga lo que tienes que pensar.
Las imágenes del mundo editorial viven al lado de un texto donde se explica en profundidad un tema, y cada espacio tiene una responsabilidad. El respeto por el tema y por quien lo va a ver es esencial, es una especie de juego intelectual. Planteamos un pequeño enigma que tiene que ser descifrable a la vez que estimulante.


Javier Jaén: “Everything is waiting to be done”
Tu trabajo ha sido expuesto en ciudades tan diversas como Nueva York o Ciudad de México. ¿Notas una lectura diferente de tus piezas en función del contexto cultural?
Me interesa mucho trabajar con símbolos que funcionan como un lenguaje global. Imágenes que no dependen del idioma o de un contexto para activar la idea. La globalización supongo que ha hecho su parte y, aunque la lectura a veces puede variar, una imagen potente puede atravesar fronteras, y con ello me interesa más apelar a lo humano. Muy pocas veces ha pasado que una imagen en otro país diga exactamente lo contrario.
Has colaborado con Pedro Almodóvar. ¿Cómo es el proceso de trabajar con un director de cine tan visual?
Lo primero es un lujo, una responsabilidad y un vértigo brutal, porque su imaginario visual, y en concreto el mundo de la cartelería, forma parte de la columna vertebral de la cultura visual de este país. Fue un proceso muy intenso pero sorprendentemente libre. Pedro tiene una visión muy clara, pero al mismo tiempo es muy generoso con los procesos de los demás.
Una pregunta que me hacen muchas veces es si soy más diseñador o ilustrador y lo que yo creo es que en realidad soy más traductor. Cuando trabajo para una película tengo que traducir diferentes tramas o personajes para crear una imagen que transmita a partir de formas, colores y tipografías. Captar todo el universo de la película en una imagen mediante un proceso de búsqueda y conversación.



Para terminar, una frase tuya: “Everything is waiting to be done”. ¿Algo que tengas muchas ganas de hacer y aún no has podido?
Muchísimas cosas, pero cosas que sigan teniendo sentido para mí y para los demás. Trabajar en algo que tenga una duración relativamente larga, ya que la mayoría de mis proyectos tratan de una sola imagen. No me interesa tanto el final, sino el proceso. La idea de plantar un árbol y verlo crecer sin tanta prisa.
Entrevista publicada en OCIMAG x LAUS 2025, edición impresa especial creada con el IED.
Entrevista a Javier Jaén por: Rosario Muñoz
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