La exposición «Rodoreda un bosque» que se presenta en el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona del 5 de diciembre de 2025 al 25 de mayo de 2026, desmonta los clichés sobre la escritora Mercè Rodoreda y revela la radicalidad de una obra que dialoga con Picasso Pina Bausch y otros artistas contemporáneos.

«Rodoreda, un bosque», la gran apuesta del CCCB para este invierno, sumerge al espectador en el imaginario de la escritora catalana más universal a través de un recorrido orgánico, literario y visual. Lejos de reducirse a ser solo la autora de «La plaza del Diamante», una de sus obras más conocida y adaptada a la televisión, esta exposición comisariada por la ensayista Neus Penalba reivindica la radical contemporaneidad de Rodoreda.

Una autora que construyó su universo narrativo mediante argumentos dicotómicos: lo inocente y lo cruel, lo real y lo fantástico, lo íntimo y lo universal. Una voz que, lejos de apagarse, sigue inspirando hoy a artistas transdisciplinares, confirmando la vigencia de un legado literario tan poderoso como necesario.

Mercè Rodoreda
Mercè Rodoreda durante el exilio a Roissy-en-Brie, en el año 1939 . Copia d e exposición, 2025. Institut d’Estudis Catalans – Fundació Mercè Rodoreda, Barcelona.

La exposición como ecosistema, como bosque

Con una prosa limpia y desprovista de adornos superfluos, Rodoreda explora las profundidades más inquietantes de la condición humana. Su escritura teje una poética de gestos obsesivos como espiar, vigilar, anhelar, o contemplar la muerte, que se repiten como un eco a lo largo de sus novelas y relatos. Su mundo narrativo está poblado de casas con y sin jardín, calles solitarias y plazas silenciosas, pero sobre todo, de un imaginario botánico con sus flores, árboles, raíces que crece como metáfora de la vida, el dolor y la transformación.

Por eso la exposición estructura su discurso como un gran ecosistema, como un gran bosque, transitar por las salas es como transitar entre vegetación y árboles. Las raíces literarias simbolizan el desarraigo del exilio; los troncos la experiencia de la guerra, y las ramas su diálogo con escritores, pintores y cineastas de la cultura occidental. Pero lo más impactante es cómo ese árbol da frutos en el arte actual, obras de nueva creación de artistas visuales y sonoros como Cabosanroque, visuales como Mar Arza, Oriol Vilapuig, Èlia Llach o la dramaturga Carlota Subirós, conviven con piezas de Picasso, Remedios Varo, Pina Bausch o Leonora Carrington, creando un puente entre épocas y disciplinas.

Con más de 400 piezas —pinturas, instalaciones, documentos y audiovisuales—, la muestra no es un homenaje estático, sino una experiencia sensorial que confirma que Rodoreda no pertenece al pasado. Su literatura late hoy con la misma fuerza salvaje y necesaria. La exposición pone en diálogo la obra literaria de la autora con obra plástica y audiovisual de artistas de diferentes épocas como señalamos arriva, e incorpora también documentos originales del fondo de la Fundación Mercè Rodoreda. Martí Sales es responsable de la selección de los proyectos artísticos de nueva creación.

Mercè Rodoreda, la jardinera de las palabras

Mercè Rodoreda nació en Barcelona en 1908, en plena revolución industrial que tanto influjo dió a la ciudad condal. Vivió entre exilios y flores. Escribió como quien siembra un jardín secreto: con paciencia, con dolor, con belleza lúcida. De sus manos nacieron Natalia, los rincones que callan, los amores que duelen como espinas. Supo que en lo pequeño —una casa, una mirada, un árbol— laten todas las guerras y todos los sueños. Murió en Girona en 1983, pero sus palabras siguen creciendo. Como la naturaleza que tanto amó, salvajes, libres y necesarias.

Entre las obras que han cimentado la leyenda de Mercè Rodoreda están la temprana «Aloma» (1938, con versión definitiva en 1969), su primera novela sobre la inocencia y el despertar. «La plaza del Diamante» (1962), su obra maestra universal traducida a decenas de idiomas y considerada un clásico de la literatura catalana del siglo XX. Seguimos con «Jardín junto al mar» (1967) es una novela corta poética que explora las relaciones humanas en un entorno natural. Por su parte «Espejo roto» (1974) es novela coral que recorre la historia de una familia burguesa desde múltiples perspectivas. Y «La muerte y la primavera» (1986), su novela más enigmática y simbólica, escrita durante años de exilio y reeditada póstumamente en 2017, hecho que confirió a la autora nueva vigencia contemporánea.

Los ámbitos de la muestra de Mercè Rodoreda

La exposición «Rodoreda, un bosque» articula su relato a través de seis ámbitos. Cada uno de estos espacios explora, desde la literatura y las artes visuales, las dualidades que definen su imaginario. Desde la inocencia de sus narradoras que encubre el horror hasta el deseo lleno de espinas que oprime. También la guerra sin frentes, las casas y calles de Barcelona reinventadas desde el exilio. Para finalizar con las metamorfosis naturales como liberación y la espiritualidad del alma que trasciende el cuerpo.

Inocentes

Rodoreda construye sus relatos desde la mirada limpia de narradores cándidos: Natalia en «La plaza del Diamante», Cecília en «La calle de las Camelias» o el viejo jardinero de «Jardín junto al mar». Esa aparente ingenuidad permite mostrar el horror sin juzgarlo, invitando al lector a descifrar lo que los personajes no alcanzan a comprender. Artistas como Feliu Elias, Francesc Todó o Santiago Rusiñol reflejan en sus obras esa delicadeza engañosa, donde lo puro esconde grietas.

Mercè Rodoreda
Feliu Elias. «Retrato de Mariona Pagès Elias». 1916. Óleo sobre tela. Colección Rosa Regàs.

Deseo

Lejos del romanticismo edulcorado, Rodoreda desmenuza el amor como un juego de dominación, deseos torcidos y relaciones tóxicas. Sus textos adelantan críticas feministas al desvelar sádicos, maridos maltratadores y mujeres atrapadas en roles opresivos. Este ámbito reúne obras de Pablo Picasso, Suzanne Valadon, Ramon Casas Carbó, Paula Rego, Remedios Varo o Laia Abril, que exploran el deseo como territorio de poder, fragilidad y sombra.

Francesc Carrera Bou. «Jarrón con flores». Hacia 1922 -1926. Copia de exposición, 2025. Depósito de Víctor Carrera, 2006. Museu d’Art de Catalunya, Barcelona, 2025.

¡Cuánta guerra!

Sin narrar trincheras, Rodoreda refleja la guerra desde la retaguardia, mezquindad, supervivencia y cuerpos que se pudren en la memoria. Su exilio y la huida a pie de un París ocupado por los nazis marcan una obra llena de horrores destilados. Artistas geniales y atormentados por la guerra como Francisco de Goya, acompañado de Henri Michaux, Jean Dubuffet, Josep Maria de Sucre y la propia Mercè Rodoreda, acompañan este relato con imágenes que capturan el dolor sin heroicidades, solo cicatrices.

Casas y calles

Desde el exilio suizo en Ginebra, Rodoreda reconstruye una Barcelona perdida. Sus casas, sus calles, su derrota bajo el franquismo. Sus espacios son testigos mudos de vidas rotas por la posguerra y el desarraigo. Fotógrafos y artistas como Helena Almeida, Francesca Woodman, Giorgio De Chirico, Francesc Català-Roca, Dora Maar o Jordi Baron Rubí dialogan con esos escenarios urbanos que son a la vez refugio y prisión.

Mercè Rodoreda
Jordi Baron Rubí. «Rambla 102». Serie: Domus Barcino (3), 2006 . Fotografía. Papel Glicée Photo Rag baryta monta do en Forex. Impresión, 2023. Cortesía del artista.

Metamorfosis

Convertirse en árbol, en flor, en viento… La metamorfosis en Rodoreda simboliza el anhelo de liberación, el exilio interior y la conexión con lo natural. Artistas como Modest Cuixart, Fina Miralles, Joan Ponç, Ana Mendieta o Perejaume exploran ese tránsito entre lo humano y lo orgánico, donde el cuerpo se expande y la identidad se desdibuja en un paisaje vivo.

Joan Ponç. «Retrato con luna». 1947. Técnica mixta sobre papel. Colección particular, Barcelona.

Alma

Última transformación, cuando el alma que escapa del cuerpo, las presencias angelicales, las almas en pena. Rodoreda mezcla tradiciones espirituales y surrealismo para hablar de lo invisible. Obras de Josefa Tolrà, Tura Sanglas, Leonor Fini, Marc Chagall o Leonora Carrington cierran el recorrido con un viaje a lo metafísico, donde la muerte y el sueño se entrelazan.

Tura Sanglas. «El múltiple ojo de la noche II». 2020. Acuarela y pan de plata sobre papel. Cortesía de la artista.

Adaptaciones audiovisuales de Mercè Rodoreda

La influencia de Rodoreda traspasa las páginas literarias. Su obra magna «La plaza del Diamante» fue adaptada a la gran pantalla en 1982 por el director Francesc Betriu, con Silvia Munt encarnando a la inolvidable Natalia. También hay una versión más reciente de la «La plaza del Diamante», se trata de una miniserie de 2023, producida por TV3 y Movistar+, que actualizó el relato con una sensibilidad contemporánea. También «Espejo roto» inspiró otra miniserie para Televisión Española en 2002, mientras que «Isabel i Mari»a inspiró también una serie pero esta vez para la Televisión Catalana TV3 en 2002. Estas recreaciones audiovisuales demuestran la vigencia visual de un universo literario que sigue dialogando con nuevas generaciones.

Como en anteriores exposiciones del CCCB, esta propuesta vuelve a demostrar la capacidad del centro para releer la cultura desde perspectivas poderosas y sensibles. “Rodoreda, un bosque” se impone así como una experiencia imprescindible: un recorrido que ilumina la radicalidad de una autora que sigue viva en cada rama, en cada palabra y en cada gesto de su universo literario.

«Rodoreda, un bosque» en el  CCCB, Barcelona
Del 5 de diciembre de 2025 al 25 de mayo de 2026
Más información en www.cccb.org

Texto: María Muñoz

 

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